sábado, 28 de agosto de 2010

Osíges

Javier, un compañero de fatigas de la playa y duro contrincante en los campeonatos playeros de chapas que organizamos en La Barrosa, es un fiel seguidor de Alfonso Ussía y me ha recomendado el artículo que escribía ayer para La Razón. Sin complejos.

No todas las llamadas ONG pueden meterse en el mismo saco. El saco de la gran mentira. Las hay admirables. No obstante, creo que en la inclusión de la «n» la mayoría de ellas mienten. Se ha demostrado ahora con la liberación de esta osada pareja de tontorrones. Me siento feliz por su libertad y la tranquilidad de sus familias, y escandalizado por la humillación de un Estado, el español, ante los terroristas. Ignoro qué porcentaje del dinero del rescate me habrá correspondido como contribuyente. Quizá el 0,0001 por ciento. Lo doy por bien empleado por sus vidas. Y lo doy por muy mal empleado por la mía. No me gusta pertenecer a una sociedad cuyos gobernantes colaboran con el delito. Y menos aún, para liberar a dos conciudadanos que se ríen de quienes han aportado el dinero para terminar felizmente con su tontería solidaria. El de las muletas se olvidó de que han sido los españoles, incluidos los catalanes, claro, los que hemos regalado a los terroristas de Al Qaida el dinero que ha puesto fin a su secuestro. Lo hemos puesto sin que nos hayan consultado, pero se trata de dinero público, y el dinero público a todos los ciudadanos nos pertenece.A ver quién es el guapo del Gobierno que dificulta a los familiares de un secuestrado por la ETA el pago de su rescate. Y se trataría de dinero privado, que no público. De ahí la negativa del guapo del Gobierno a no admitir preguntas en su comparecencia ante la Prensa para anunciar con sobreactuada emoción que los dos cooperantes españoles –¿cooperantes de qué y para quién?– habían sido liberados. ¿Liberados por un comando de la heroica Guardia Civil? ¿Liberados por un batallón de valientes legionarios? ¿Liberados por una diplomacia fuerte e inflexible? Nada de eso. Liberados por los millones de euros que el Gobierno de España ha entregado a los terroristas. Se podía haber ahorrado el más guapo del Gobierno su comparecencia ante los medios de comunicación acompañado por las más estilista del mismo Gobierno. Con cualquier pregunta se les habría caído a los dos la cara de vergüenza. Horas más tarde, los cooperantes de no se sabe qué llegaron a Cataluña y se olvidaron del resto de España. De la nación que ha rescatado sus vidas del perverso capricho de los terroristas. Como ha escito el extraordinario nacionalista Salvador Sostres, unos niñatos. Estas «Oenegés» tendrían que denominarse «osigés». Organizaciones Si Gubernativas. Sin dinero público –y no me refiero a las organizaciones ejemplares y admirables–, estos bandarras en caravana no habrían llegado ni a Sitges, que es localidad muy preferida por mi ánimo, no por el orgullo «gay», sino por constituir la cuna de Antonio Mingote, ese catalán-aragonés-madrileño-andaluz inalcanzable, y por cuya vida el Gobierno jamás pagaría un rescate, entre otras razones porque nunca Antonio Mingote cometería la insensata estupidez de jugar a hacerse el bueno con los terroristas islámicos.Me propongo fundar una ONG que sea bastante OSG. No ando bien de dinero. Y me comprometo a no hacer bobadas para que nadie tenga que pagar por mi rescate. La ONG bastante OSG se llamará «Caravana a Mónaco. Salvemos a los monegascos». Con el dinero que reciba del Gobierno para salvar a los monegascos podré vivir sin trabajar y sólo una vez al año, viajaré a Mónaco para ver si los he salvado. Y es que, aunque esté mal decirlo de uno mismo, yo también soy buenísimo y solidario.

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