sábado, 31 de julio de 2010

Savater a propósito de los toros

Buen artículo de Fernando Savater en El País.

Por supuesto, no es el caso presentar argumentos a favor o en contra de mantener las corridas de toros, como suele decirse: quienes tienen que justificar la insólita medida son los que han decidido prohibirlas parlamentariamente. Hay gente a la que le gustan los toros y otros muchos que no han pisado una plaza en su vida o que sienten repugnancia por la fiesta: es la diversidad de los hijos de Dios. Pero que un Parlamento prohíba una costumbre arraigada, una industria, una forma de vida popular... es algo que necesita una argumentación muy concluyente. La que hemos oído hasta la fecha dista mucho de serlo.

¿Es papel de un Parlamento establecer pautas de comportamiento moral para sus ciudadanos?

¿Son las corridas una forma de maltrato animal? A los animales domésticos se les maltrata cuando no se les trata de manera acorde con el fin para el que fueron criados. No es maltrato obtener huevos de las gallinas, jamones del cerdo, velocidad del caballo o bravura del toro. Todos esos animales y tantos otros no son fruto de la mera evolución sino del designio humano (precisamente estudiar la cría de animales domésticos inspiró a Darwin El origen de las especies). Lo que en la naturaleza es resultado de tanteos azarosos combinados con circunstancias ambientales, en los animales que viven en simbiosis con el hombre es logro de un proyecto más o menos definido. Tratar bien a un toro de lidia consiste precisamente en lidiarlo. No hace falta insistir en que, comparada con la existencia de muchos animales de nuestras granjas o nuestros laboratorios, la vida de los toros es principesca. Y su muerte luchando en la plaza no desmiente ese privilegio, lo mismo que seguimos considerando en conjunto afortunado a un millonario que tras sesenta o setenta años a cuerpo de rey pasa su último mes padeciendo en la UCI.

¿Son inmorales las corridas de toros? Dejemos de lado esa sandez de que el aficionado disfruta con la crueldad y el sufrimiento que ve en la plaza: si lo que quisiera era ver sufrir, le bastaría con pasearse por el matadero municipal. Puede que haya muchos que no encuentren simbolismo ni arte en las corridas, pero no tienen derecho a establecer que nadie sano de espíritu puede verlos allí. La sensibilidad o el gusto estético (esa "estética de la generosidad" de la que hablaba Nietzsche) deben regular nuestra relación compasiva con los animales, pero desde luego no es una cuestión ética ni de derechos humanos (no hay derechos "animales"), pues la moral trata de las relaciones con nuestros semejantes y no con el resto de la naturaleza. Precisamente la ética es el reconocimiento de la excepcionalidad de la libertad racional en el mundo de las necesidades y los instintos. No creo que cambiar esta tradición occidental, que va de Aristóteles a Kant, por un conductismo zoófilo espiritualizado con pinceladas de budismo al baño María suponga progreso en ningún sentido respetable del término ni mucho menos que constituya una obligación cívica.

¿Es papel de un Parlamento establecer pautas de comportamiento moral para sus ciudadanos, por ejemplo diciéndoles cómo deben vestirse para ser "dignos" y "dignas" o a que espectáculos no deber ir para ser compasivos como es debido? ¿Debe un Parlamento laico, no teocrático, establecer la norma ética general obligatoria o más bien debe institucionalizar un marco legal para que convivan diversas morales y cada cual pueda ir al cielo o al infierno por el camino que prefiera? A mí esta prohibición de los toros en Cataluña me recuerda tantas otras recomendaciones o prohibiciones semejantes del Estatut, cuya característica legal más notable es un intervencionismo realmente maníaco en los aspectos triviales o privados de la vida de los ciudadanos.

En cambio no estoy de acuerdo en que se trate de una toma de postura antiespañola. No señor, todo lo contrario. El Parlamento de Cataluña prohíbe los toros pero de paso reinventa el Santo Oficio, con lo cual se mantiene dentro de la tradición de la España más castiza y ortodoxa.

Esto de los toros no es más que la puntilla de décadas de desistimiento español en Cataluña. No es más que una anécdota o un síntoma de la enfermedad nacional.

Es curioso, de todas formas, que para el aborto no hay libertad de voto y para los toros, sí. CiU, el partido cristiano, vota a favor del aborto y en contra de los toros.

miércoles, 28 de julio de 2010

La Universidad española.

Este discurso de este grosero profesor de la Universidad de Vigo da en el clavo del desastre universitario actual. Lo que le espera a nuestros hijos. La reflexión que hace es acertada. Lo que es increíble es el lenguaje tan vulgar que utiliza en una presentación pública. Décadas de socialismo nos han traído hasta aquí. Y lo que queda. ¿Qué será de nosotros cuando estos universitarios lleguen a dirigir el país?



Johannesburgo (V). Museo del Apartheid


Tercera y última entrega de mi paseo por Johannesburgo. Después de comer en Soweto el chófer me lleva al Museo del Apartheid, que curiosamente está en el mismo recinto que un parque de atracciones en una antigua mina de oro.

El museo del apartheid es un museo para ir solo y sin prisa. La cantidad de material que hay es enorme y no se puede asimilar mínimamente en menos de dos horas. Es un museo extraño pues lo único que tiene son textos y vídeos sobre la ignominiosa política de segregación racial que se practicó en Sudáfrica durante décadas. La visita es interesante por la emoción que produce el largo camino a la libertad (así se titula la autobiografía de Mandela) de los negros sudafricanos.

El apartheid no se convirtió en una política como tal hasta el año 1947. Antes de esa fecha, eran una serie de reglas no escritas que retenían a los negros en los townships y que no les dejaban votar. Sin embargo, en 1947, cuando ganó las elecciones el Partido Nacionalista en coalición con el Partido Afrikaans, promulgó las leyes del apartheid:
  • Los negros no podían ocupar posiciones en el gobierno y no podían votar excepto en algunas aisladas elecciones para instituciones segregadas.
  • Los negros no podían habilitar negocios o ejercer prácticas profesionales en las áreas asignadas específicamente para los blancos.
  • El transporte público era totalmente segregado.
  • A los negros no les estaba permitido entrar en zonas asignadas para población blanca, a menos que tuvieran un pase. Los blancos también tenían que portar un pase para entrar en las zonas asignadas a los negros.
  • Edificios públicos tales como juzgados u oficinas de correos, disponían de accesos diferentes para blancos y negros.
  • Las áreas asignadas a los negros raramente tenían electricidad o agua. Los hospitales también eran segregados: los hospitales para los blancos tenían la calidad de cualquier nación desarrollada, mientras que los asignados a los negros estaban pobremente equipados, faltos de personal y eran muy pocos en relación a la población que servían.
  • En 1970 la educación de un niño negro costaba el 10% de la correspondiente a un blanco. La educación superior era prohibitiva para los negros.
  • El ingreso mínimo para el pago de impuestos era de 360 rand para los negros y mucho más alto para los blancos, unos 750 rand.
Ante esta legislación, se empezó a rebelar el CNA (Congreso Nacional Africano) que celebró su primer congreso en Kliptown en 1951. Los disturbios fueron definitivos para poner Sudáfrica en el mapa de la lucha por los derechos humanos. La presión internacional, la muerte prematura de Pieter Botha y la llegada al poder de Frederik De Klerk precipitaron el fin de las leyes discriminatorias, la liberación de Mandela y la nueva democracia sudafricana en 1996. Suerte que han tenido los sudafricanos de que el apartheid fuera un régimen derechista y el CNA tuviera un origen comunista. Eso ayudó a que los progres occidentales presionaran al gobierno Afrikaans. Los cubanos no han tenido la misma suerte. Y es que siempre habrá oprobios buenos y oprobios malos.

lunes, 26 de julio de 2010

Johannesburgo (IV). Imágenes



Johannesburgo (III). Soweto

(It is said that no one truly knows one country until one has been inside its jails.
A country should not be judged by how it treats its highest citizens, but its lowest ones
And South Africa treated its imprisoned African citizens like animals)

Después de la interesante visita a Constitution Hill, el chófer me lleva al edificio más alto de África, en CBD (Central Business District) o lo más comúnmente llamado "downtown" de Johannesburgo. Es una zona de oficinas y residencial que fue abandonada por los blancos y las empresas después del fin del apartheid y tomada por la población negra y por mafias y delincuentes, que lo hacen extremadamente peligroso. Desde luego, es mejor no asomarse por ahí solo y menos con pinta de turista despistado intentando encontrar una calle. La calle está llena de negros que no hacen nada aparentemente, o sea, que están a la expectativa de robar a alguien. Mis colegas que están trabajando allí no pueden salir de sus oficinas más tarde de las cinco y media pues corren serio peligro de ser asaltados. Hace unas semanas, a uno de la oficina le atracaron a punta de pistola.

La vista desde Top of Africa es muy buena y permite hacerse una buena idea de la ciudad. Es tremendamente extensa y es considerada la ciudad del mundo número 40 en tamaño: 7,5 millones de habitantes, incluyendo Soweto y otros suburbios del gran JHB.

De CBD, pasando por Hilbrow, otro área residencial antaño próspera y tomada por los negros, con un alto nivel de delincuencia, nos dirigimos a Soweto, el township por excelencia, famoso por los disturbios del año 76, cuando los jóvenes se enfrentaron a la policía por la obligatoriedad de utilizar el afrikaans en el colegio. 500 personas murieron en aquellos disturbios, siendo Hector Pieterson, un chico de 12 años, el primero en caer. Cerca de la casa de Mandela hay un memorial y un museo dedicado a este acontecimiento tan tremendo. En el museo del apartheid se ven vídeos de los disturbios y de la violencia que se desató esos días.

si bien soweto parece un nombre africano, en realidad es la abreviatura de "South Western Townships", un conjunto de distritos de segregación que se extendían en un área de 20 km al suroeste de Johannesburgo. Fue desde el principio el producto del plan de segregación racial.

Klipspruit, el primer "township" de los que constituyen el actual Soweto fue fundado en 1904. Los townships se establecieron para albergar a los negros que trabajaban en las minas y otras industrias en Johannesburgo, fuera del centro de la ciudad. El centro de la ciudad estaba reservado para que lo ocuparan los blancos.

Fue en los años 50 cuando se hicieron las reubicaciones masivas de la población negra de los barrios céntricos y en 1963 fue cuando se adoptó el nombre de Soweto. Soweto creció muy rápido a partir de entonces, aunque de una forma desordenada. El gran flujo de inmigrantes del campo a la ciudad en busca de trabajo aceleró el crecimiento de estos guetos alrededor de Johannesburgo, la ciudad del oro. Paseando por las calles de Soweto en la actualidad es muy difícil imaginar lo que debió ser esto hace no más de 20 años. Está bien urbanizado, es pobre pero no es cochambroso y las casas se ven razonablemente cuidadas. Supongo que vi lo más presentable de Soweto y que el chófer no me llevó a los sitios más pobres y conflictivos, que seguro que los hay.

En Soweto, además del memorial a Hector Pietersen, está la casa de Mandela y la de Desmond Tutu. Comí en un restaurante en la zona donde se encuentran éstas una comida típica sudafricana. Tripa de vaca, cordero, arroz y verdura. La tripa de vaca sabía muy fuerte. Era como si uno se metía un establo en la boca. El estofado no había suavizado el tremendo sabor a vaca. El cordero, como diría un amigo mío, no era el cordero, sino su abuelo. El típico cordero viejo con sabor a lana. En definitiva, una comida tremendamente fuerte. El chófer se zampó un plato rebosante de todos estos comistrajos que yo apenas comí para satisfacer el apetito que tenía a esas horas.



domingo, 25 de julio de 2010

Johannesburgo (II). Constitution Hill


Intento condensar en un día las principales visitas de la ciudad en una jornada maratoniana acompañado de, XXXXX, un guía local que me recomienda una amiga sudafricana. Me lleva en su Toyota Camry del 85 por los principales lugares de interés de esta ciudad minera, centro económico del país.

El recorrido comienza a las 9 de la mañana en mi lujoso hotel de Sandton, la moderna zona de desarrollo urbanístico de Johannesburgo, verdadero centro comercial y residencial después del abandono del downtown por parte de los blancos y su ocupación por las mafias negras.
El primer punto de parada es Constitution Hill, sede del Tribunal Constitucional, construido sobre la antigua prisión y fuerte, también conocido como Número Cuatro, lugar donde miles de personas fueron castigados brutalmente antes del final del apartheid. El fuerte fue fundado en 1896 para proteger la ciudad de la invasión británica en los tiempos de la fiebre del oro. Después fue convertido en prisión después de la guerra de los Boers. Sólo los blancos eran recluidos en el antiguo fuerte, mientras que los negros lo eran en la prisión. Como en casi todos los lugares del mundo, el tamaño de la prisión era insuficiente para albergar a todos los prisioneros y las condiciones en las que vivían eran infrahumanas. Hacinados, en una nave para 50 personas llegaban a estar 125 y parte del espacio estaba reservado a los jefes de la celda, que se apropiaban de las mantas de los otros reclusos para tener un buen colchón donde dormir. Además, los chicos de 14 y 16 años recluidos eran las “princesas” de esos matones y como tales los trataban.

¿Quién era un criminal? Cualquiera que se opusiera a la minoría blanca que gobernaba Sudáfrica. Bastaba no llevar el pase para ser enviado a la prisión. Todas las personas de color (los “coloured”, no sólo los negros, sino también los indios) necesitaban un pase para circular fuera de los “townships”, los guetos en los que eran confinados los negros. El que no lo tenía, iba automáticamente a la cárcel y allí podía estar hasta 90 días sin juicio y sin tener contacto con un abogado. Los 90 días debieron parecerle poco a las autoridades y lo aumentaron a 180 días. En la visita me acompañaba un matrimonio sudafricano que contaba que un amigo suyo estuvo recluido en esta cárcel por defender los derechos de los negros.

El resto de condiciones de vida eran infrahumanas: letrinas dentro de los dormitorios sin separación, una comida escasa y podrida, el comedor estaba delante de las letrinas, para que el alimento supiera peor, y prácticas de tortura y humillación que hacían sentir a los internos como verdaderos animales. A los nuevos ingresados no les dejaban ducharse durante los primeros cuatro meses y luego, sólo tenían derecho a una ducha a la semana. Sólo había ocho duchas para los casi dos mil reclusos.

Esta es la única cárcel en el mundo en la que han estado internados tres premios Nobel según dicen en la propaganda del lugar, aunque a Gandhi nunca se lo concedieron en vida y hubo un reconocimiento tácito por parte de la academia sueca en el año de su muerte, en 1948. Gandhi se resistió a principios del s. XX a llevar el pase. En Sudáfrica fue donde Gandhi, que era un abogado más desarrolló el satyagraha, la fuerza de la verdad en su sentido literal en hindi, o la resistencia pacífica. Gandhi salió transformado de su experiencia sudafricana y regresó a India en 1914 vestido con su sencilla túnica blanca. Los otros dos Premios Nobeles fueron Albert Luthuli y Nelson Mandela.

La cárcel ha sido demolida en parte y en su lugar se ha construido el Tribunal Constitucional de Sudáfrica. El símbolo de éste es un árbol bajo el que se reúne el pueblo. En la tradición sudafricana, el jefe del poblado reunía a los ancianos bajo el árbol para decidir sobre los temas importantes que afectaban al poblado. Es un símbolo de apertura y transparencia. De hecho, el interior del edificio se puede ver desde el exterior como símbolo de esa transparencia y apertura. Parte del edificio está construido con ladrillos de la demolición de parte de la prisión como símbolo de que el pasado no se puede olvidar. En un lado de la sala principal del Tribunal están los ladrillos de la prisión y en el otro hay una pared blanca. Es el puente entre la antigua y la nueva Sudáfrica, la inspirada por la visión de Mandela, que “perdona, pero no olvida”.
Curiosamente, la bandera de Sudáfrica está inspirada en el árbol típico. El árbol está tumbado, siendo la banda central el tronco y las dos líneas que salen en diagonal, las ramas del mismo. Los colores de la bandera tienen un significado cada uno. El rojo de la parte superior es la sangre derramada por el pueblo sudafricano, el verde es la naturaleza, el azul es el agua, el amarillo simboliza el oro y el negro simboliza la unidad. Esto es lo que explicó el guía. Sin embargo, buscando en internet he averiguado que este simbolismo es apócrifo y que si bien sí se quiere simbolizar la unidad con las dos ramas que confluyen en una, los colores vienen de los colores que en algún momento de la historia han estado representados en la bandera sudafricana.

jueves, 22 de julio de 2010

Poderoso caballero es don dinero


Mi amigo Alberto, enfermo con hepatitis, me envía dos noticias que él relaciona como obscenas y representativas del poco ejemplo que dan los teóricos líderes sociales. Siendo cierto eso, se me ocurre que la relación entre las dos noticias y su obscenidad está en el papel que el dinero juega en ellas.


Las dos noticias que Alberto relaciona son la entrevista de Montilla y Zapatero por el Estatuto y la imputación de Ribery y Benzema por el asunto de la prostituta menor de edad. Es claro que lo que los catalanes buscan no es la independencia política, sino la independencia económica, tal y como declaraba Artur Mas el otro día en El Mundo. Van a reclamar el cocierto económico a la vasca y que los demás paguemos el desaguisado fiscal del sur de España. El resto de la independencia no les interesa, de momento.


Por otro lado, Zahia, la "amiga" de Ribery, dice que Benzema y Ribery pagaron poco. ¿Se habría querellado esta chica si estos dos probos futbolistas hubieran pagado lo suficiente? No lo creo. Es decir, que en ambos casos, el móvil es el dinero, como ya dijo Quevedo en su famosa letrilla:


Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero Es don Dinero.
¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero Es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero Es don Dinero.

martes, 20 de julio de 2010

Silenciada

La democracia en España está secuestrada por los medios de comunicación. Sin una buena y completa información es difícil que la gente pueda comparar entre las diferentes opciones políticas. Del pasado Debate sobre el (catastrófico) Estado de la Nación, sólo he oído extractos de las intervenciones de Rajoy y Zapatero. Poco, muy poco de la intervención de Rosa Díez. Pero lo que dice lo dice con claridad meridiana. Y está silenciada.

lunes, 19 de julio de 2010

Concordia a la catalana

Estos días en el foro de la oficina ha habido una acalorada discusión (todo lo acalorada que puede ser una discusión por e-mail) sobre el Estatuto, la sentencia, Cataluña y demás.

Sostenía nuestro referente catalán del foro que el problema es que España no quiere a Cataluña y que lo que hay que hacer es catalanizar España y regar de concordia catalana el resto de España.

No pasa ni una semana de la discusión y el Mundo publica hoy una entrevista con Artur Mas, referente del catalanismo del "seny", no de la "rauxa" y dice: "La castración física del Estatut es del PP, la química del PSOE" o "Si España quiere ser una sola nación tendrá muchos problemas". Es decir, de concordia, nada. Como decía Martín Ferrand ayer, la geometría de las reivindicaciones nacionalistas es variable y siempre parte de la posición ganada anteriormente, por lo que el resto de los españoles, sometidos a un régimen jurídico diferente del de los catalanes y siempre decidido por éstos, no pasamos de ser un instrumento al servicio de tan simpáticos compatriotas.

La deriva que ha tomado el Estado de las Autonomías es preocupante y es el primer problema de España, por encima de la crisis económica, pues en parte ésta es causada por aquél. Zapatero no ha hecho más que acelerar una decadencia que se ha ido produciendo lenta pero irreversiblemente en los últimos treinta años. Es lo que hay. Y mientras, Rajoy intenta soslayar el asunto, a la espera de que CiU le dé un apoyo para dormir en La Moncloa. Otro felón.

sábado, 17 de julio de 2010

Fútbol

El domingo pasado España ganó la Copa del Mundo de fútbol, como es de todos conocido. Toda España estaba detrás del televisor y la mitad salió a la calle a celebrar la victoria. Y es que el fútbol es un gran deporte, es el deporte rey, sin duda alguna. El más emocionante, el que mueve a las masas, el que hace que los países o las ciudades se movilicen detrás de sus equipos.

José María Carrascal escribía hace unos días un espléndido artículo en ABC:

¿A qué se debe ese éxito universal del fútbol? De entrada, a su accesibilidad. Basta un balón y un terreno de juego. El balón no hace falta que sea de reglamento. Ni siquiera que sea un balón. La inmensa mayoría de los niños han empezado a jugar con una pelota, que en muchos casos ni siquiera era de goma, sino de trapo: unos calcetines viejos rellenos de restos de las telas más diversas hasta adquirir un perfil más o menos esférico, y a darle patadas para ver de introducirla en la portería contraria. En cuanto al campo, ¿qué podría decirles? Sirve cualquiera. Un prado o una playa, un pedregal o una explanada, el atrio de una iglesia o el patio de un colegio, un descampado o la propia calle, aunque ahora está vedada por los coches, pero fue donde empezamos a jugar todos los niños de mi generación, encargándose a los porteros la tarea de avisar si se acercaba un vehículo. Para marcar las porterías bastaban dos piedras o incluso los libros de texto. Los límites solían señalarlos los naturales del terreno de juego, del árbitro se prescindía la inmensa mayoría de las veces, al ser muy pocos los que se prestaban a tan poco reconocida labor. Y no crean que había más conflictos que los que hay hoy con colegiado, silbato, ayudantes y demás. Si nos hubieran dicho que el fútbol llegaría a jugarse en terrenos cuya hierba se cuida aún más que la de los jardines, no sólo con riego artificial sino también calefacción subterránea, no lo hubiésemos creído, como tantas otras cosas.

Este fragmento me recordó algunas de mis vivencias relacionadas con el fútbol. Es verdad que casi todos los niños han tenido alguna relación con un balón y es parte de sus mejores vivencias de diversión y emoción. Yo recuerdo que nadie quería llevar el balón al colegio, pues la probabilidad de perderlo era muy alta, pues un patadón mandaba el balón fuera del colegio y estaba prohibido salir a buscarlo. Los días sin balón se organizaban precarios partidos en los que se le daban patadas a una bola hecha con los papeles de envolver los bocadillos de los participantes envueltos en una bolsa de plástico y atada con un cordel. Más que un partido era un "balón regateao", una variante en la que hay un portero y los niños pelean por meterle un gol. El premio (?) era quedarse de portero.

En el colegio al que yo iba se jugaban quince partidos simultáneamente. Cada cierto tiempo se producía un choque entre dos jugadores que perseguían su balón sin preocuparse del tráfico circundante. O un balón daba por casualidad a otro balón desviándolo de su trayectoria hacia el interior de la portería. Pero lo peor no eran los quince partidos simultáneos, sino los charcos oceánicos que se formaban en el patio cuando llovía. Sólo los muy valientes (por la bronca de sus madres) o los que llevaban botas de agua osaban jugar al "waterpolo". O esos partidos de liguilla del colegio en los que todos los chavales nos queríamos lucir delante de las niñas de la clase haciendo las pocas o muchas filigranas que sabíamos.

Como dice Carrascal, el fútbol se puede jugar en cualquier lugar. Recuerdo el día que conocí a Daniel, que nos fuimos a su casa y jugamos un partido de fútbol en ¡su dormitorio!. Quedamos empate a 33, creo. Aunque él se acordará con precisión del número. También he jugado con mi hermano en el largo pasillo o en la terraza del séptimo piso de casa de mis padres. Aquí también había muchas posibilidades de perder el balón, pues cuando caía a la calle ninguno nos atrevíamos a bajar a por él. Menos cuando caía encima de un coche que pasaba causando un gran estrépito. A veces, Julián, el malhumorado portero de la finca, lo recogía. Con quien también hemos jugado era con nuestro hermano pequeño. Pero en este caso sólo entrenábamos precisión en el tiro. Cuando el niño tenía entre un año y dos, lo poníamos en medio del pasillo inmóvil y le tirábamos con el balón a ver si lo derribábamos. Lo hacíamos, claro.

La memoria es incapaz de olvidar los momentos vividos en partidos de fútbol especiales. Por ejemplo, el España - Malta del 12 a 1 lo vi con mi amigo Javier en un bar cerca de la puerta del Sol. Terminamos abrazándonos a los parroquianos. O la desgraciada derrota del Mundial 86 contra Bélgica que seguíamos simultáneamente al recuento electoral de aquel año en el que también ganó Felipe. Doble decepción. No sabíamos que nos quedarían 10 años para quitarnos de encima al sinvergüenza sevillano, ahora estadista. y veinticuatro para ganar el Mundial. O la séptima Copa de Europa del Madrid, que vi en el Puerto de Santa María con unos compañeros de trabajo, después de una jornada de trabajo en el astillero de Puerto Real. Memorable gol de Mijatovic ante la Juventus de Zidane. La final del Mundial 82, que vimos en casa de unos amigos de mis padres, con Sandro Pertini, simpático anciano, levantándose a celebrar los goles de Paolo Rossi para los "azzurri". El golazo de Zidane para ganar la novena Copa de Europa del Real Madrid.

Como dice Roberto Fontanarrosa, “Creo que si no se entiende que esto es una pasión, y las pasiones son bastantes inexplicables, no se entiende nada de lo que pasa en el fútbol”

El fútbol es un arte.


El domingo pasado España ganó la Copa del Mundo de fútbol, como es de todos conocido. Toda España estaba detrás del televisor y la mitad salió a la calle a celebrar la victoria. Y es que el fútbol es un gran deporte, es el deporte rey, sin duda alguna. El más emocionante, el que mueve a las masas, el que hace que los países o las ciudades se movilicen detrás de sus equipos.

Los goles de Zapatero

lunes, 12 de julio de 2010

Cría cuervos...

Ese tipejo, enano político e inmoral, es el que le dice al presidente del Gobierno que consume el golpe de estado institucional que el Tribunal Constitucional ha dejado a medias, aunque ha dado las pautas para su consumación.

El otro día convocó una manifestación para intentar ganar votos en las elecciones y los cachorros de sus socios premiaron su traición a los españoles con insultos como "fill de puta", "Montilla cabrón españolista" y demás lindezas. Tuvo que huir de la manifestación. Me alegro. Se lo tiene merecido.

jueves, 8 de julio de 2010

La decadencia de la Monarquía



Hoy, regresado de Sudáfrica y tras un vuelo tremendamente agitado de Barcelona a Madrid con aterrizaje abortado y todo, he visto en las noticias este vídeo que me ha dejado estupefacto. Es la decadencia total de la Monarquía. Hay que ver a toda una Reina de España dándole la mano a un melenudo en toalla recién salido de la ducha. Tengo que decir que el pobre Puyol parece azorado y se sabe fuera de lugar en ese momento, lo cual quiere decir que el pueblo sabe mejor cuál es su papel que estos Reyes que, queríendose hacer los simpáticos se desvisten de toda su pompa y boato que es inherente a la institución.

¿Quién guía los movimientos de nuestros monarcas? ¡Qué zafiedad! Es el puro reflejo del momento y país en el que nos encontramos.

miércoles, 7 de julio de 2010

En todos sitios cuecen habas

La lectura de los periódicos en los diferentes lugares que he visitado en el mundo dan para una sección del blog que se titule como esta entrada. Y es que no hay lugar donde los gobernantes no inventen majaderías y experimentos de ingeniería social que acaban en fracaso normalmente.

Leo en The Star de Johanesburgo que el gobierno sudafricano se está replanteando el cambio del sistema educativo ante el fracaso del que pusieron en práctica después del apartheid. Lógicamente, después del apartheid había que cambiarlo todo emepzando por la educación. No sólo lo que los niños aprendían, lo cual es lógico, sino cómo lo aprendían. Aquí está el problema. Tal y como han hecho en España y en tantos otros sitios, el profesor dejaba de enseñar para ser el "guía", el "compañero" que está al lado enseñándo "habilidades", no conocimientos. El resultado ha sido catastrófico y ahora el gobierno se replantea volver a hacer énfasis en la enseñanza de la lengua y las matemáticas. Tantos años de experimentos para volver a lo de siempre.

En menos de una hora sale mi avión de vuelta a Madrid y empieza el partido de las semifinales del Mundial. Espero que gane España.

martes, 6 de julio de 2010

Johanesburgo


Viajo por tres días a Johanesburgo a reunirme con el equipo que tengo aquí y ver cómo evoluciona el negocio. Parece que hay buenas oportunidades. Veremos si realmente se materializan después del verano. Curiosamente todo el mundo cree que he venido al Mundial pero la realidad es que mañana me perderé la semifinal que España va a ganar a Alemania, si le hacemos caso al pulpo Paul (toda Europa pendiente de un pulpo es el colmo de la estulticia en los tiempos que corren).


No tengo mucho que contar de Johanesburgo pues no he hecho otra cosa más que ir del hotel a la oficina y vuelta al hotel. Además, me han llevado a unos pocos sitios a cenar, dos en el mismo lugar y otro realmente bueno, una parrilla de carne con un género muy bueno. A medida que hablo con unos y con otros voy captando de alguna manera la situación del país. Es una ciudad deslavazada en la que no hay sensación de una ciudad con calles por donde la gente camina. Se parece más a una ciudad norteamericana con grandes carreteras, edificios aislados y barrios residenciales aislados. Poca vida a pie y mucha en coche. Mucha vida de centro comercial.


Es muy interesante la transformación que ha hecho Sudáfrica desde el año 1994, cuando acabó el apartheid. La película Invictus, que recomiendo a quien no la haya visto es un buen retrato de aquella época. En España tenemos una vaga idea de lo que fue el apartheid, pero debió ser algo realmente inaudito para finales del s.XX. Los negros estaban recluidos en ghettos (townships) como Soweto de donde sólo podían salir con permiso y que aún hoy no tienen agua corriente o electricidad en algunas partes. Al parecer el museo del apartheid es impresionante.


Cosas curiosas de aquí es que a los semáforos los llaman robots y en alguna carreteras avisan de que entras en una zona de peligro de secuestros ("You are entering a high risk hijacking zone". Es decir, no pares ni aunque se te haya roto el coche. Corres peligro de que te secuestren. Hay muchas prevenciones que tomar cuando se conduce un coche. Todo el mundo pone la cartera o el bolso en el maletero, el móvil no se lleva a la vista, mejor no pararse por la noche en los semáforos en lugares aislados. Peligro. Aún así, debe ser muy interesante de visitar y lo haré poco a poco a medida que vaya viniendo por aquí cada cierto tiempo.