De El cuaderno gris de Josep Pla, genial diario del ampurdanés.
"- ... El régimen capitalista es un régimen desordenado, irracional, caótico. Irracional: ésta es la palabra exacta. Es, además, un régimen de puro capricho y, por lo tanto, doloroso, cruel, triste. Sí, sí, tiene toda la razón. El régimen capitalista es todo esto que dice y aún muchas otras cosas más desagradables. Nos podríamos pasar toda la noche acumulando maldiciones. Pero, si me lo permite, le haría una pregunta. ¿Es que usted, de todo esto que acabamos de decir y de todo lo que aún podríamos añadir, deduce la necesidad de sustituir este sistema por algún otro sistema elaborado apriorísticamente? (Las negritas son mías)
- Francamente, a veces me lo parece...
- ¿Se lo parece? ¡Válgame Dios! Discrepamos. A usted le parece que, de todas las imputaciones que hemos proclamado -imputaciones perfectamente objetivas- sobre el capitalismo, se deduce la necesidad de sustituirlo. Yo creo, al contrario, que estas invectivas, demuestran la absoluta necesidad de defenderlo y mantenerlo en todos los terrenos. El capitalismo es irracional, caótico, incomprensible, desordenado, caprichoso, injusto, doloroso, triste, absurdo... exactamente como la naturaleza y la vida. La naturaleza, la vida humana, es igualmente caótica, irracional, desordenada, injusta, caprichosa, delirante, incomprensible, cruel, triste. A usted, que es un hombre inteligente, activo, honrado, el banquero sólo le escuchará si va a llevarle diner. En cambio, abrirá la caja a aquel señor que vive tres puertas más arriba y que es un imbécil. Pero a mí, la naturaleza me ha dado esta nariz impresentable, cuando hubiera podido darme una perfecta...
- Y ¿qué deduce usted de todo esto?
- Deduzco que naturaleza, vida y capitalismo es todo un mismo vino. El capitalismo ha nacido de la vida humana por las mismas razones que en la primavera nace la hierba de la tierra. Esta naturalidad de nacimiento y de manifestación no prejuzga la moralidad o la inmoralidad del sistema. En la naturaleza no hay nada intrínsecamente bueno ni intrínsecamente malo. En la naturaleza no hay más que pura cosmografía, absoluta indiferencia. No hay nada que obedezca a ningún fin trascendental. Lo que presupone, en todo caso, esta naturalidad de nacimiento y de manifestación, es una indiscutible fortaleza biológica, una pujanza intrínseca...
- Esta fortaleza, en tanto que creadora de injusticia, es repugnante, asquerosa, intolerable...
- Está bien. Perfectamente de acuerdo. Pero nunca he visto en ninguna parte que la naturaleza pretendiese instaurar la justicia. (...) Ahora usted, indignado ante las calamidades del capitalismo, lo quiere sustituir, le quiere matar su forma biológica, la espontaneidad de su manifestación, su interna pujanza. Lo quiere sustituir por un régimen racional, justo, ordenado, satisfactorio desde el punto de vista de la moralidad rutinaria y mediana. Usted cree que la mera sustitución de un régimen real, aunque cruel, por un régimen artificial, aunque hipotéticamente perfecto, tiene que implicar, por fuerza, un beneficio seguro para la generalidad. Lo dudo. No lo creo. Los franceses dicen que a menudo se pierde lo bueno por la manía de tener lo mejor. Yo parto de la idea de que pasar de un régimen real, aunque irracional, a otro régimen cualquiera imaginado, no implica necesariamente pasar a un régimen mejor. Puede muy bien representar, a pesar de la perfección téorica del régimen propuesto, pasar a un estado infinitamente peor, más malo, más doloroso, de muchas menos posibilidades."
Para haber sido escrito en el año 1918, no está mal. Todo un visionario el señor Pla. Después ha venido todo el desastre del socialismo real y las masacres de Stalin, Mao y demás canallas comunistas. También el desastre de la socialdemocracia que aún vivimos hoy y que tanto tardará en desaparecer. Todavía hay algunos que no se han caído del guindo y nos siguen vendiendo "el socialismo". Eso sí, ahora ya tiene el rostro humano de RZP y de Pepiño. O a Huguito y Fidel.
"- ... El régimen capitalista es un régimen desordenado, irracional, caótico. Irracional: ésta es la palabra exacta. Es, además, un régimen de puro capricho y, por lo tanto, doloroso, cruel, triste. Sí, sí, tiene toda la razón. El régimen capitalista es todo esto que dice y aún muchas otras cosas más desagradables. Nos podríamos pasar toda la noche acumulando maldiciones. Pero, si me lo permite, le haría una pregunta. ¿Es que usted, de todo esto que acabamos de decir y de todo lo que aún podríamos añadir, deduce la necesidad de sustituir este sistema por algún otro sistema elaborado apriorísticamente? (Las negritas son mías)
- Francamente, a veces me lo parece...
- ¿Se lo parece? ¡Válgame Dios! Discrepamos. A usted le parece que, de todas las imputaciones que hemos proclamado -imputaciones perfectamente objetivas- sobre el capitalismo, se deduce la necesidad de sustituirlo. Yo creo, al contrario, que estas invectivas, demuestran la absoluta necesidad de defenderlo y mantenerlo en todos los terrenos. El capitalismo es irracional, caótico, incomprensible, desordenado, caprichoso, injusto, doloroso, triste, absurdo... exactamente como la naturaleza y la vida. La naturaleza, la vida humana, es igualmente caótica, irracional, desordenada, injusta, caprichosa, delirante, incomprensible, cruel, triste. A usted, que es un hombre inteligente, activo, honrado, el banquero sólo le escuchará si va a llevarle diner. En cambio, abrirá la caja a aquel señor que vive tres puertas más arriba y que es un imbécil. Pero a mí, la naturaleza me ha dado esta nariz impresentable, cuando hubiera podido darme una perfecta...
- Y ¿qué deduce usted de todo esto?
- Deduzco que naturaleza, vida y capitalismo es todo un mismo vino. El capitalismo ha nacido de la vida humana por las mismas razones que en la primavera nace la hierba de la tierra. Esta naturalidad de nacimiento y de manifestación no prejuzga la moralidad o la inmoralidad del sistema. En la naturaleza no hay nada intrínsecamente bueno ni intrínsecamente malo. En la naturaleza no hay más que pura cosmografía, absoluta indiferencia. No hay nada que obedezca a ningún fin trascendental. Lo que presupone, en todo caso, esta naturalidad de nacimiento y de manifestación, es una indiscutible fortaleza biológica, una pujanza intrínseca...
- Esta fortaleza, en tanto que creadora de injusticia, es repugnante, asquerosa, intolerable...
- Está bien. Perfectamente de acuerdo. Pero nunca he visto en ninguna parte que la naturaleza pretendiese instaurar la justicia. (...) Ahora usted, indignado ante las calamidades del capitalismo, lo quiere sustituir, le quiere matar su forma biológica, la espontaneidad de su manifestación, su interna pujanza. Lo quiere sustituir por un régimen racional, justo, ordenado, satisfactorio desde el punto de vista de la moralidad rutinaria y mediana. Usted cree que la mera sustitución de un régimen real, aunque cruel, por un régimen artificial, aunque hipotéticamente perfecto, tiene que implicar, por fuerza, un beneficio seguro para la generalidad. Lo dudo. No lo creo. Los franceses dicen que a menudo se pierde lo bueno por la manía de tener lo mejor. Yo parto de la idea de que pasar de un régimen real, aunque irracional, a otro régimen cualquiera imaginado, no implica necesariamente pasar a un régimen mejor. Puede muy bien representar, a pesar de la perfección téorica del régimen propuesto, pasar a un estado infinitamente peor, más malo, más doloroso, de muchas menos posibilidades."
Para haber sido escrito en el año 1918, no está mal. Todo un visionario el señor Pla. Después ha venido todo el desastre del socialismo real y las masacres de Stalin, Mao y demás canallas comunistas. También el desastre de la socialdemocracia que aún vivimos hoy y que tanto tardará en desaparecer. Todavía hay algunos que no se han caído del guindo y nos siguen vendiendo "el socialismo". Eso sí, ahora ya tiene el rostro humano de RZP y de Pepiño. O a Huguito y Fidel.
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