Hace tiempo que encontré un foro militar en el que se discuten diversos temas relacionados con la Defensa. No he podido resistir la tentación a ver qué dicen estos esforzados y sacrificados funcionarios después de lo del Alakrana. Una de tantas opiniones:
El problema del “Alakrana” ha producido evidentes lesiones: a la imagen de España, a su política exterior, a la independencia de los jueces, al Gobierno en general y al ministerio de Defensa en particular con sus contradicciones y su impericia para manejar la situación ... pero ninguna comparable con las que han sufrido las Fuerzas Armadas y, especialmente, la Armada. El final de este conflicto, soportando el bochorno de ser testigos mudos de una negociación y pacto con los piratas, del pago del rescate - desde una avioneta se lanzó al agua, en las proximidades del atunero, un recipiente impermeabilizado con el dinero - y el paripé del “ataque” final a los piratas, que se retiraban a sus “cuarteles de invierno”, es algo difícil de soportar. Podría parecer que las tripulaciones de las fragatas y de los helicópteros fueran indecisas o ineficaces, a la hora de perseguir a los piratas en fuga, pero nada más lejos de la realidad. La “operación”, dirigida desde Madrid, parecía planeada para justificar que se hacía algo pero con ánimo de no hacer nada. Y es intolerable que una sombra de duda recaiga sobre la capacidad de nuestros militares. La calidad del material, del personal y del adiestramiento que atesoran – con muchas horas de sacrificio y dedicación – permitiría realizar con éxito ese ataque en un “plis-plas”. Pero no están autorizados a actuar por este insoportable pacifismo de que hace gala el Gobierno y la ministra de Defensa. La realidad es que los protocolos no admiten hacer fuego más que en defensa propia. Y, en este caso, después de unos disparos a proa del bote se recibió orden del Jemad – "¡Disabling fire!" (El Mundo 20/11/09) - . Los piratas, a pesar de ser atacados, ni siquiera trataron de defenderse pues saben que sería entonces cuando el ataque se realizaría en serio. Por eso, el artículo mencionado al principio adquiere todo su valor. Los militares en el Indico, en Afganistán, en Líbano… están haciendo de policías y, para eso, no están ni mentalizados ni adiestrados. La obediencia es, probablemente, la virtud militar sobre la que descansan todas las demás y tenemos que reconocer que las unidades destacadas en esas zonas conflictivas ejercen esa virtud de la manera más leal y absoluta. Pero ¿y la cúpula militar del ministerio de Defensa? ¿Está conforme con todo lo que está ocurriendo en las FAS? Naturalmente que tienen que obedecer al poder político, pero lo duro es que parecen estar de acuerdo con la deriva que – desde aquel “prefiero morir que matar” - siguen nuestras FAS puesta de manifiesto en multitud de artículos, y por notables comentaristas, que las definen - en más de una ocasión - como una ONG armada.
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