domingo, 28 de septiembre de 2008

Sobre el rescate


Tengo sentimientos encontrados sobre el plan de rescate del sistema financiero que planea el Gobierno del malvado Bush. Me parece mal que el Estado, cuya acción debe ser neutral respecto a los actores económicos, según entiendo yo, favorezca a unos respecto a otros. Por ejemplo, por qué favorece el rescate de AIG y deja que caiga Lehman Brothers.

Por otro lado, como acomodado ahorrador y poseedor de ciertos activos en fondos de inversión y de acciones de mi compañía, me favorece que los pobres contribuyentes acudan en mi ayuda y que salven el capital que con tanta suerte he conseguido acumular. He aquí el dilema moral en el que me encuentro.

Creo firmemente que comprar los activos "perjudicados" de los bancos favorecerá en el futuro nuevas burbujas especulativas y, además, consagra la intevención del Estado y de los políticos en la vida de las personas para salvarnos de nosotros mismos. Y eso me parece peligroso a largo plazo para todos. Lo que me ha parecido interesante de las vicisitudes de la aprobación del plan de rescate ha sido la negativa de algunos representantes del Partido Republicano que se oponen a la intervención por ser eso, pura intervención.

Es normal que la gente que ve el desastre financiero o que es afectada por él mire al Estado y le pida soluciones. Es pura ignorancia, sin embargo. El Estado lo único que puede hacer es gastarse nuestro dinero en intentar arreglar un desaguisado que según algunos ha provocado con su exceso de intervención en el sistema. Por ejemplo, Yaron Brook en Forbes, dice que la Administración ha obligado a conceder esos préstamos que ahora nadie puede devolver. La CRA obliga a los bancos a demostrar a las diferentes administraciones que no discriminan a nadie en la concesión de los préstamos. Dado que los bancos tendrían que discriminar a los prestamistas con más riesgo sobre los que tienen menos riesgo implícito, haciéndoles pagar tipos de interés más altos, la ley es nefasta.

Consider the low lending standards that were a significant component of the mortgage crisis. Lenders made millions of loans to borrowers who, under normal market conditions, weren't able to pay them off. These decisions have cost lenders, especially leading financial institutions, tens of billions of dollars.

It is popular to take low lending standards as proof that the free market has failed, that the system that is supposed to reward productive behavior and punish unproductive behavior has failed to do so. Yet this claim ignores that for years irrational lending standards have been forced on lenders by the federal Community Reinvestment Act (CRA) and rewarded (at taxpayers' expense) by multiple government bodies.

The CRA forces banks to make loans in poor communities, loans that banks may otherwise reject as financially unsound. Under the CRA, banks must convince a set of bureaucracies that they are not engaging in discrimination, a charge that the act encourages any CRA-recognized community group to bring forward. Otherwise, any merger or expansion the banks attempt will likely be denied. But what counts as discrimination?

Asimismo, la garantía que Fannie Mae y Freddie Mac daban sobre los préstamos con el respaldo del Estado norteamericano, también producen una falsa seguridad que termina cuando los impagos son imposibles de respaldar por estas entidades semi-públicas. Además, el "genio" de Greenspan alimentó los malos créditos con una política de tipos de interés bajos, falseando claramente el valor futuro del dinero. Nuevamente, las autoridades influyendo en todo este desastre.

Termina el artículo con una irrefutable reducción al absurdo:

Given that our government was behind the wheel, influencing every aspect of the mortgage crisis, it is absurd to call today's situation the result of insufficient regulation.

We do not need more regulation or economic "steering"--laws or bureaucrats dictating to financiers and investors the kind of innovation they may or may not engage in. If that were the solution to economic problems, then Hugo Chavez would preside over the world's healthiest economy in Venezuela. What we need to do is remove the government's power to coerce, bribe, reward and bail out irrational decisions. The unfree market has failed. It's time for a truly free market.

Otro que argumenta en la misma línea es John Redwood en su blog.

The Economist
dice que hay que apoyar el plan de rescate, aunque sea tapándose la nariz. Arguye el sesudo semanario que el riesgo de la debacle es mayor que el coste del rescate, un 6% del PIB que cuesta el rescate frente al 16% que se tragaría el sistema financiero. Por último, Andy Kessler en WSJ consolaba a los contribuyentes norteamericanos diciendo que el plan de rescate tendría buenos retornos:

But these are small-time deals. My analysis suggests that Treasury Secretary Henry Paulson (a former investment banker, no less, not a trader) may pull off the mother of all trades, which could net a trillion dollars and maybe as much as $2.2 trillion -- yes, with a "t" -- for the United States Treasury.

Algunos también quieren vender sus activos devaluados al Tesoro norteamericano también. Pero no son "too big to fail", demasiado grandes para quebrar.

Por último, todo esto es un poco extraño. ¿Cuántas hipotecas se han dejado de pagar en EE.UU. para provocar esta debacle financiera?

Seguiremos escribiendo sobre esto y recabando opiniones de las que no se leen en los periódicos españoles. Lo siento por los que no hablan inglés, pero probablemente lo único fiable sobre este tema no se puede leer en la prensa española. De los pocos que se desmarcan, como siempre es el denostado Federico.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tenía cierto vértigo su no se aprobaba el plan Bush, pero ahora que se ha rechazado, me siento reconfortado, se ha hecho lo correcto. Ahora como dice Solbés, esto servirá para filtrar el polvo de la paja. Los que deben sobrevivir lo harán y los que no al hoyo.
Cami