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PARIS -- French President Nicolas Sarkozy unveiled a series of employment-boosting measures, including 100,000 additional subsidized job contracts, as new data showed a decline in European consumer confidence.
Mr. Sarkozy said his government will increase to 330,000 the number of subsidized job contracts it will finance in 2009. The figure is 100,000 more than originally proposed. He also warned employers not to use the crisis as a cover for shedding workers: "I won't tolerate any cynical or opportunistic strategies," he said in a speech, pointing to "those who might use the current crisis to justify reducing production and jobs"
No entiende lo que es el mercado y lo compara con los bisontes que son cazados para dar de comer a los trabajadores del ferrocarril. Señora Trujillo, el mercado es un lugar, físico o no, donde se encuentran personas que quieren intercambiar bienes libremente. No es otra cosa. Yo creo que esta mujer, que no conoce otra cosa que la coacción estatal, se ha confundido y realmente estaba comparando al Estado con los cazadores de bisontes, quiero decir, de ciudadanos. Efectivamente, es el ciudadano lento y torpe (normalmente asalariado) el que no tiene medios para escapar de los Winchester de repetición que son las leyes impositivas.
Actualmente estamos asistiendo al fin de un modelo económico desastroso, como diría Stiglitz, pero no sabemos si la refundación del capitalismo sobre bases éticas, propuesta por Sarkozy y Brown, nos traerá, -además de anécdotas fuera de tiempo y lugar- un nuevo y distinto papel del Estado en la economía.
Me desperté temprano. A pesar del cansancio del largo viaje de 18 horas para llegar aquí, a las 6 ya estaba despierto. Leí un poco y a las 9 y media ya estaba en la calle bien aseado y desayunado. Dado que mi hotel estaba al lado de las torres Petronas, el edificio más alto del mundo, según dicen. me di una vuelta por el parque que circunda las torres en el KLCC (Kuala Lumpur City Center). Unas cuantas fotos con la clara luz de la mañana de las magníficas torres, aunque anoche, antes de acostarme también saqué algunas fotos nocturnas.
Después, un paseo por la parte colonial de la ciudad, no muy interesante, la verdad. Algunas fotos de las mezquitas principales, del cricket club y de algún que otro edificio de finales del XIX y poco más que reseñar. Un mástil muy alto recuerda el lugar donde se proclamó la independencia de los ingleses. Chinatown, como en casi todos estas ciudades del sudeste asiático se limita a un mercado al aire libre donde se puede encontrar toda clase de quincalla. Imitaciones de poca monta a precios ridículos, camisetas de Ronaldo (Cristiano, claro) del Manchester United, incluso de Torres.¿Quién le diría a Torres que sería tan famoso como para que su camiseta fuera imitada y vendida por nada? Porque, no hay que engañarse. La verdadera fama se consigue cuando los imitadores de las "sweat shops" de China y Vietnam se ponen a fabricar camisetas con tu nombre. Si eres delantero del Atlético de Madrid y haces temporadas mediocres, tus camisetas sólo se venderán en la tienda del Vicente Calderón y en algún otro distribuidor autorizado (normalmente, muy forofo del Atlético). Así que Torres es ya parte de la leyenda de los que cuya camiseta ha sido imitada con profusión en Asia. Raúl no es nadie. Es más, me sorprende la poca presencia de los dos grandes equipos españoles aquí. Probablemente, haya más camisetas del Barça que del Madrid. Igual que Torres, es mérito del Barça ser más imitado. Pero hay más que camisetas de futbolistas en Chinatown. Hay toda clase de comistrajos y de hierbas utilizadas por la medicina tradicional china para curar todos los males. Hay masajistas callejeros, por supuesto. De pies, manos y espalda. Juguetes baratos y más imitaciones, muchas imitaciones. No da para más.
El calor es insoportable, así que me meto en uno de los lujosos centros comerciales de los muchos que hay en toda ciudad asiática que se precie. Todas las que conozco son iguales: Seúl, Shanghai, Pekín, Singapur y ahora, Kuala Lumpur. Todas tienen grandes centros comerciales llenos de tiendas de todas las marcas de lujo que uno pueda imaginar. El centro comercial en el que estuve bien fresquito mientras comía y descansaba de la caminata de la mañana, albergaba bajo la inmensa cúpula, todas las tiendas y relojerías de lujo del mundo a unos precios difíciles de imaginar también. El caso es que, a pesar de que también en Malasia hay crisis financiera (o eso dicen los periódicos de aquí), estaban llenos de gente. Y llevaban bolsas de las boutiques, llenas de artículos recién comprados. Por qué será que estos orientales tienen esta dependencia del lujo. Es un fenómeno que no se puede comparar a lo que ocurre en otras partes del mundo. Algún complejo deben tener para tener que refugiarse de manera tan compulsiva en el lujo. A saber cómo serán sus casas. Comprarán los bolsos con la hipoteca de la casa.
Una de las cosas que más me ha sorprendido de KL es la cantidad de mujeres con velo que no deja ver nada más que la línea de los ojos. Casi todas las mujeres de origen malayo llevan un velo recogido por debajo de la barbilla, pero algunas pocas van cubiertas de arriba abajo. Supongo que en el resto de Malasia es todavía más frecuente ver a chicas jóvenes, o novias o recién casadas, cubiertas completamente con ese traje negro que sólo deja atisbar el color de los ojos. Se ve a chicas con zapatillas Converse de lona y vaqueros que encima de todo llevan ese tremendo velo. Da una gran sensación de opresión ver a las chica así vestidas. No sé qué dirá la Alianza de Civilizaciones de esto. Me tengo que mirar el manual del pensamiento correcto para no incurrir en ninguna barbaridad racista. Es curioso es ver que sus novios o maridos son chicos jóvenes, vestidos completamente de occidentales con sus vaqueros y camiseta. ¡Qué calor!
El día, tras varios paseos más por la zona del centro termina en la Menara KL. Una de las torres de comunicaciones más altas del mundo (la tercera, dicen aquí después de Toronto y Moscú), de 421 metros. La vista desde lo alto es realmente magnífica y, como buen aficionado a la fotografía, he escogido el momento del día en el que la luz promete unas mejores sensaciones. El atardecer sobre KL es un espectáculo que merece la pena la visita. Las torres Petronas van cambiando del color gris azulado del pleno sol a un color cobrizo primero y a un rosa intenso, después. Ya de noche, quedan iluminadas con esa luz blanca impresionante. Esta visita, como la subida a cualquier torre, es obligada en KL.
De vuelta en el hotel, recojo el equipaje de la consigna para ir al aeropuerto, aunque decido cenar algo antes. Y aquí viene la aventura del día. Una vez cenado, cuando voy a pagar, me doy cuenta de que no tengo la cartera. La busco por arriba y por abajo en maleta, bolsas y bolsillos sin otro resultado que la inquietante angustia de haber perdido la cartera con todo el dinero y las tarjetas y estar solo en KL sin nadie a quién acudir. Los tipos del restaurante, que al principio se creen que estoy gastándoles una broma, se dan cuenta finalmente de que el asunto es serio y de que no tengo dinero. Ante la imposibilidad de cobrar me invitan a cenar, lo cual empieza a aliviarme. Ya me veía fregando platos en un restaurante de KL para pagar la cena. Dado que estoy al lado del hotel en el que he pasado la noche, un buen hotel por cierto, me acerco a ver si soy capaz de que me den dinero cargándolo a la tarjeta Amex con la que he pagado la estancia. Efectivamente, transmitida mi preocupación al personal de recepción, viene el gerente del hotel al que le cuento la situación y me dice que no hay problema, que piden un taxi que me llevará al aeropuerto y me darán 300 Ringgit (70€) para arreglarme en Singapur. Así lo hago y así llego a las doce de la noche a Singapur. Al final, haciendo memoria de todos los momentos en los que puedo haber perdido la cartera, creo que ha sido un carterista en el ascensor de bajada de la torre. Había muchísima gente y no recuerdo haber sacado la cartera después de haber pagado la entrada para subir a la torre. Parece que en KL hay buenos carteristas para turistas desaprensivos como yo. Lección aprendida para el siguiente viaje es diversificar el riesgo, repartiendo las tarjetas y los dineros entre varios bolsillos.
Latinos:
Negros:
Asiáticos:
Y yo me pregunto, ¿quién tiene más prejuicios raciales? ¿Los blancos o los negros y latinos? Sin comentarios
Publicado por: Pedro Schwartz
Lo profundo de esta crisis económica y financiera de 2007, de 2008 y lo de que te rondaré morena, ha llevado a ensayistas elegantemente escépticos ante la libertad económica a buscar precedentes salvíficos en la historia de la Gran Depresión de 1929 y 30 y de la década que siguió. Sería bueno que estuviesen más al tanto de la historia de aquellos años, pues lo realmente ocurrido entonces aconseja no imitar el New Deal para resolver la crisis de hoy. Siento simpatía por la personalidad de Franklin D. Roosevelt. Mas por lo que se refiere a sus decisiones y recomendaciones económicas dudo de lo benéfico de sus recetas. Dirán que miro a ese gran hombre con ojo crítico porque su ideología era distinta de la mía. Pues yo digo que son los hechos los que indican que sus doctrinas políticas y económicas fueron en conjunto perjudiciales.
Y este es el rendimiento de la acción de su compañía respecto al Dow Jones, el S&P y el Nasdaq, los principales índices de la bolsa de NY.
Leo en La Ilíada un pasaje que es perfecto para describir el riesgo moral en relación con el rescate bancario. En el Canto XVI, Patroclo, después de haber visitado a Aquiles para intentar conseguir su participación en la guerra contra los troyanos, se lanza a combatir contra Sarpedón. Zeus, protector de Sarpedón, le dice a Hera:
"¡Ay de mí! Sarpedón, el más caro para mí de los hombres, decreta el destino que sucumba a manos de Patroclo Menecíada. Entre dos ardientes deseos se debate mi corazón en las mientes: arrebatarlo vivo, alejarlo de la lacrimógena lucha y depositarlo en el pingüe pueblo de Licia, o hacerlo ya sucumbir a manos del Menecíada"
Le respondió entonces Hera, de inmensos ojos:
"¡Atrocísimo Crónida! ¡Qué clase de palabra has dicho! ¿A un hombre mortal y desde hace tiempo abocado a su sino pretendes sustraer de la entristecedora muerte? Hazlo, mas no te lo aprobamos todos los demás dioses. Otra cosa te voy a decir, y tú métela en tus mientes. Si envías vivo a Sarpedón a su casa, ten cuidado, porque en seguida algún otro de los dioses querrá enviar a su hijo lejos de la violenta batalla. Pues alrededor de la gran ciudad de Príamo luchan muchos hijos de inmortales, en quienes infundirás un atroz rencor. Pero si te es querido y tu corazón siente lástima por él, déjalo primero en la violenta batalla sucumbir a manos de Patroclo Menecíada, y en cuanto le abandone el aliento y la vida, envía a la Muerte y al dulce Sueño a que lo transporten hasta llevarlo al pueblo de la vasta Licia donde sus hermanos y parientes le harán solemnes exequias con una tumba y una estela: ¡ése es el privilegio de los que mueren!
Efectivamente, ya en tiempos de Homero unos dioses aconsejaban a otros que no ayudaran a los humanos más allá de lo que se merecían por su actuación humana. De la misma manera, el Estado, algo semejante al Zeus Crónida, por el poder que acumula aunque no duerma en el Olimpo, no debería ayudar de forma discrecional a unos banqueros sobre otros, a unos ahorradores sobre los demás.
The Taxpayer Relief Act of 1997 and low interest rates -- along with the regulatory push for more low-income homeowners -- dramatically increased the demand for housing. Between 1997 and 2005, the average price of a house in the U.S. more than doubled. It wasn't simply a speculative bubble. Much of the rise in housing prices was the result of public policies that increased the demand for housing. Without the surge in housing prices, the subprime market would have never taken off.
Fannie and Freddie played a significant role in the explosion of subprime mortgages and subprime mortgage-backed securities. Without Fannie and Freddie's implicit guarantee of government support (which turned out to be all too real), would the mortgage-backed securities market and the subprime part of it have expanded the way they did?
Perhaps. But before we conclude that markets failed, we need a careful analysis of public policy's role in creating this mess. Greedy investors obviously played a part, but investors have always been greedy, and some inevitably overreach and destroy themselves. Why did they take so many down with them this time?
Part of the answer is a political class greedy to push home-ownership rates to historic highs -- from 64% in 1994 to 69% in 2004. This was mostly the result of loans to low-income, higher-risk borrowers. Both Bill Clinton and George W. Bush, abetted by Congress, trumpeted that rise as it occurred. The consequence? On top of putting the entire financial system at risk, the hidden cost has been hundreds of billions of dollars funneled into the housing market instead of more productive assets.
Beware of trying to do good with other people's money. Unfortunately, that strategy remains at the heart of the political process, and of proposed solutions to this crisis.