Jesús Cacho, en su columna de hoy en El Confidencial, da un panorama tenebroso sobre la connivencia entre los medios de comunicación y el Gobierno. Parece que nuestros gobernantes no quieren que los ciudadanos nos enteremos de las cosas que pasan Zapatero se reunió el lunes pasado con los editores para aleccionarles sobre cómo tratar las noticias sobre la crisis y conseguir el favor de la población al gran expolio. Muchas dudas tiene que tener Zapatero sobre la bondad de su plan para tener que influir y manipular a los medios. ¿Qué les ha ofrecido? ¿Por qué la quisieron mantener en secreto?
La manipulación de los medios es el instrumento que utilizan los totalitarismos para manipular a la sociedad y conseguir el apoyo de las masas. Sin embargo, más grave es ésta en una democracia donde, bajo la apariencia de pluralidad, se esconde una uniformidad de opiniones que hace que cualquier disidencia sea considerada radical y antisistema. En una dictadura todo el mundo asume que los medios permitidos tienen que publicar informaciones y opiniones favorables al dictador (del latín dictatore, el que dicta órdenes), pero una de las esencias de la democracia es la libertad de información y de opinión. Sólo con intercambio de opiniones, con el contraste de puntos de vista diferentes, con debate abierto y profundo, podremos comprender de verdad qué es lo que está pasando y cuáles son los mejores remedios para solucionar los problemas sociales. Sólo de esa forma se puede generar el conocimiento social necesario para progresar. Si los editores no son libres o se ponen de acuerdo con el Gobierno, ¿de qué manera la sociedad puede ejercer su libertad de voto con los elementos de juicio necesarios? No puede, y de eso se trata.
Estamos como en otros tiempos. ¿Será esto la recuperación de la memoria histórica?
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