La cúpula de Barceló en la ONU se desmorona. ¿No es metafórico, si no es premonitorio de lo que nos depara el futuro inmediato?
Barceló es un pintor con prestigio, claramente innovador, y con una alta cotización en el mercado del arte moderno, mercado muy influido por las modas y por las opiniones de unos cuantos creadores de opinión que influyen sobre el precio de las obras de arte de los protegidos. Un pintor al que le compré un cuadro hace un tiempo me dijo que en España si no eras homosexual y de izquierdas, era difícil que triunfaras. Emigró a Nueva york, donde está haciendo buena carrera, al parecer. Barceló bien podría ser un bluf, una burbuja, un alto precio sin valor subyacente al que se le resquebraja su última y carísimas creación.
Exactamente igual que puede ocurrir con España. Hasta hace poco era un país con un cierto prestigio, reconocido por los logros económicos de los últimos diez años de crecimiento económico sostenido, reducción del desempleo hasta niveles históricos, grandes empresas lanzadas a la conquista del mundo económico internacional. Pero en los últimos meses está cayendo en picado la economía, creciendo el desempleo, las empresas tienen un endeudamiento excesivo que las puede llevar a la quiebra o a una descomposición en partes adquiridas por otras. Y, ni en el caso de Barceló, ni en el de la economía, el dineral que el Estado pone en circulación sirve para evitar la ruina del arte de Barceló ni el de nuestras empresas.
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