domingo, 8 de marzo de 2009

Delito de hospitalidad


Leo que hay un ex-directivo de banca que ayuda a inmigrantes sin techo dándoles cobijo, comida y oportunidades de trabajo. Se expone con esta actitud a una multa de hasta diez mil euros. Mi amigo Cami también se expone a la misma multa por dar de comer y llevar ropa a pobres de toda condición en un localito de Atocha. Probablemente esta sanción esté fundamentada no en la ayuda al prójimo, sino en que son entidades privadas, normalmente ligadas a la Iglesia las que hacen el bien a esta pobre gente.

Mi tía Pili también lleva comida todas las semanas a otros pobres ancianos a una parroquia. También es una delincuente en potencia. Sin duda, sería tachada de derechista por esta ministreja amante de la muerte que preconiza la "igual dá" y por toda esta panda de progres ensimismados en su visión estatalista del mundo. Nada hay ni puede haber en su mente sin el Estado y, por tanto, es necesario sancionar toda aquella iniciativa privada que se salga de la "voluntad política".

Soledad Gallego Díaz
escribe sobre esto en El País de hoy:

La idea es tan violenta que el propio texto legal explicita que "en la propuesta de sanción se tendrán especialmente en cuenta todas las circunstancias personales y familiares". Quizá la multa sea menor si se trata de un inmigrante "con papeles" que no ha expulsado de casa a su hermano, en situación irregular, o de un trabajador social poco dado a cerrar la puerta de su comedor público. Las autoridades prometen estudiar cada caso con cuidado. Lo que importa, sin embargo, no es la benevolencia con que se aplique este artículo de la ley, sino la profanación que supone su simple enunciado. Profanación no es una palabra religiosa. Significa deshonra, uso indigno de algo que se considera respetable y las leyes, la ley, debería entrar en ese apartado. El concepto de hospitalidad tampoco es un concepto religioso. Más bien era una obligación impuesta por los dioses a los humanos en la antigüedad, una manera de hacerles hombres y mujeres. No se trató nunca de una virtud moral sino de una responsabilidad. No se trata de ser "hospitalarios" porque somos buenos y tontos (una asociación de ideas que tanto gusta a los imbéciles malvados), sino porque es una obligación del ser humano, una de las más antiguas que se recuerdan y reconocen.

1 comentario:

Cami dijo...

Si, parece sorprendendente que a la luz de la nueva legislación que están preparando, Caritas, la Cruz Roja, todos los que tenemos un inmigrante en casa, pasamos a ser como mínimo sospechosos y por que no, delincuentes.
Lo que no tengo claro es si zETAp, es también reo del mismo delito por haber promovido e impulsado de forma tan irresponable (como todos sus actos), la entrada y acogida masiva de inmigrantes.

Solo me lamento de que haya que esperar tanto para que la historia, al menos ponga a este colectivo de indocumentados donde deberían.

Me consuelo pensando que hubo otros que causaron ruina y pobreza a sus compatriotas y mira como acabaron: Mussolini, Ceaccescu, Fujimori, y tantos otros mandamases africanos... tal vez ¿por qué no...?