Estos días se va a celebrar la cumbre del clima de la ONU en Copenhague. Un excepecional ejercicio de marketing político y científico. Con un elevado coste ya que, según el Daily Telegraph, 1200 limusinas, 140 jets privados irán a Copnehague para servir a los esforzados climáticos. Las emisiones de tal despliegue son el equivalente a las emisiones de la ciudad de Middlesbrough en Inglaterra o de dos mil americanos en un año. Un dispendio absurdo.
Quince mil delegados y cinco mil periodistas se dan cita en Dinamarca estos días. ¿Alguien piensa que una reunión en el Bernabéu podría dar algún resultado práctico? Es imposible. Realmente, no es más que un fabuloso montaje para convencer a la gente de que si tanto experto como quince mil, es decir, todos los expertos del mundo reunidos en Copenhague, se ponen de acuerdo, sus conclusiones no pueden estar equivocadas. El rebaño tiene que seguir. Es el gran Concilio climático, de donde saldrán los dogmas laicos que la sociedad necesita. Y el que no se lo crea, será expulsado del sistema. La Vanguardia titula "Los negacionistas vuelven a la carga", refiriéndose a los que dicen que no hay evidencia científica de que el cambio climático exista o de que sea causado por el hombre. Como los negacionistas del Holocausto, unos enemigos de la Humanidad reconocidos por su derechismo y conductas antisociales.
Y, por supuesto, el Estado tendrá poder absoluto para sancionar en nombre de la salud pública, incluso en EE.UU. Para el que quiera ver un punto de vista alternativo, Luis retransmite en directo la cumbre alternativa, Climate change reconsidered.
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