martes, 15 de diciembre de 2009

Sangre, sudor y lágrimas

No es suficiente decirlo una sola vez. La situación económica española es dramática, a pesar de lo que nos digan nuestros queridos políticos. ¿Por qué la oposición no pone esto encima de la mesa con crudeza? Muchos se lo agradeceríamos ahora mismo, y el resto, a largo plazo. El sábado, en una magnífica cena que nos dio mi amigo Diego, yo decía que en España hace falta un discurso de sangre, sudor y lágrimas, como el memorable discurso de Churchill en la Segunda Guerra Mundial. Pero claro, ante de que los políticos puedan exigir ningún sacrificio tendrán que hacer actode contrición y arrepentimiento, y presentar un plan creíble.

Del discurso de Churchill:

I say to the House as I said to ministers who have joined this government, I have nothing to offer but blood, toil, tears, and sweat. We have before us an ordeal of the most grievous kind. We have before us many, many months of struggle and suffering.

Del artículo de Jesús Cacho ayer en El confidencial:

Lo peor es que el ajuste sigue en gran medida pendiente. El precio de los activos inmobiliarios continúa por las nubes, mientras las entidades financieras siguen sin sanear sus balances, parapetadas tras la liquidez suministrada por el BCE y los enjuagues contables al uso. Esta situación, insostenible salvo que se produzca una rápida e intensa recuperación, se ve ahora agravada por la imparable carrera alcista del endeudamiento del sector público. España reúne todos los requisitos para que el riesgo de una crisis de deuda se materialice. En la actualidad, bancos y cajas absorben más de dos tercios del total de las emisiones de bonos realizadas por el Reino de España. Pero cuando el BCE decida cerrar la ventanilla, ¿quién financiará el endeudamiento de una economía que no genera recursos para pagarlo? ¿Cuánto puede perdurar esa situación? ¿Estarán dispuestos los mercados financieros internacionales a seguir prestando? El dato de que el ratio deuda/PIB es muy bajo en términos comparados es irrelevante. Lo importante no es el volumen total, sino la velocidad de crecimiento de esa deuda, y la capacidad de pago de un deudor que depende de que la economía crezca y de que el déficit y la deuda se reduzcan. Ninguna de estas dos opciones es viable a corto plazo. De ahí que los mercados financieros internacionales tengan serias dudas sobre la solvencia del Reino de España.
En una situación como la española, sería necesario abordar fuertes ajustes fiscales para evitar una tal crisis, con el objetivo puesto en generar superávit presupuestarios primarios de inmediato, lo que implica necesariamente emprender dos caminos harto difíciles: recortar gasto público y/o subir impuestos. Sin embargo, las subidas impositivas en plena recesión sólo sirven para deprimir todavía más la actividad, reduciendo, en consecuencia, la recaudación en lugar de aumentarla. El resultado es un aumento de los desequilibrios de las finanzas públicas. En este contexto, y con un Gobierno que ha liquidado cualquier expectativa de una recuperación signa de tal nombre, España es muy vulnerable a una crisis de deuda, eufemismo que esconde un concepto tan desagradable como la vulgar suspensión de pagos.

1 comentario:

Cami dijo...

Pues no pide Ud casi nada compañero.
¿De verdad cree que esta sociedad débil y conformista, esta preparada para aceptar sangre, trabajo duro, sudor y lagrimas...?

Mire a su alrededor, ¿cuántos de esos altos ejecutivos a los que Ud. frecuenta, hoy tan poderosos y fuertes, aguantarían sin gimotear esos sacrificios?

Pero efectivamente es lo único que puede sacarnos del agujero...