domingo, 28 de noviembre de 2010

La pantomima

Ayer ae vivió otro de esos momentos trágicos de la historia de España. Para intentar calmar a los agresivos mercados, a esos especuladores malvados, a los capitalistas sin escrúpulos, Zapatero se reunió con los altos directivos de las empresas más grandes de España. Una parte importante de nuestra economía, pero una pequeña parte al fin y al cabo. No soy capaz de dar cifras, pero no creo que supongan una proporción muy alta de nuestro PIB. Todo para la foto.

En realidad, no son empresarios en el sentido estricto de la palabra. Son unos empleados destacados a los que los consejeros de sus correspondientes empresas han colocado en esa posición. Ni siquiera se puede decir que los accionistas han decidido delegar a estas personas la gestión de sus empresas, pues los consejos no siempre representan a la mayoría del accionariado de una empresa, especialmente cuando ésta está muy distribuido. Algunos son herederos de unos emporios que sus padres o abuelos crearon en tiempos de Franco y que ellos han expandido, en muchos casos, al calor de la inmensa inversión o gasto públicos que ha habido en España en los últimos tiempos.

El formato de la reunión no daba para debate, ni para intercambio de ideas, ni para nada. Cada uno de los asistentes tenía 3 minutos para contar su libro. Supongo que unos pedirían más inversión pública en infraestructuras para relanzar la actividad de construcción, otros pedirían ayudas para el automóvil, otros que se aumenten las subvenciones a las renovables y así. Poco de lo que realmente es necesario.

La semana pasada, esos miemos dirigentes empresariales le enviaron una carta al Rey mostrándole su preocupación por el futuro de España y ampararon un encomiable trabajo llamado Transforma España. ¿Por qué en este momento? Probablemente, porque se ha acabado la mamandurria de la que han vivido todos estos listos durante muchos años y ahora se dan cuenta de que España en su configuración actual es insostenible. No decían eso cuando el Gobierno de turno les daban pingües subvenciones o cuando aprobaba esquemas tarifarios abusivos o cuando concedía licencias sólo a empresas españolas. ¿No es extraño que en España no haya entrado nuna ninguna constructora internacional?

Los empresarios le enviaron su misiva ¡al Rey! El Rey es probablemente uno de los problemas más graves de España. Su tiempo pasó y su poder de influencia es mínimo, ya que muchos creen que está cogido por varios sitios y que ha sido chantajeado para ocultar algunas maniobras no muy claras. ¿Por qué se empeña en mantenerse en el trono y no abdica en su hijo?

Las declaraciones, todas oficiales, no dicen nada más que habrá más transparencia y que se acelerarán las reformas. Y como decía aquél, todo esfuerzo baldío conduce a la melancolía.

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