viernes, 21 de enero de 2011

Bélgica como modelo


El camino de la descomposición de España nos lo está marcando Bélgica. Es sabido que Bélgica lleva más de siete meses sin gobierno ante la incapacidad de los partidos políticos de llegar a un pacto. Parece que la "solución" de la que se habla es partir el país en las dos regiones que conforman las dos "identidades". Es decir, la solución es destruir. El tema lingüístico es un síntoma de lo que pasa en Bélgica. En uno de mis viajes a Bélgica descubrí que, ante la imposibilidad de que flamencos y valones puedan hablar en el mismo idioma, los belgas de uno y otro lado se comunicaban en inglés, al menos en la empresa en la que trabajo. Claro síntoma de que la identidad está por encima del sentido común.

La estrategia de los nacionalistas catalanes, especialmente, es que el idioma separe a los ciudadanos de aquella región de los del resto de España. La iniciativa para introducir la traducción simultánea en el Senado apunta en esta línea. Es un símbolo (caro, pero no hay gasto grande cuando se trata de construir la nación), como en Bélgica, de que la identidad regional está por encima de la lógica. Lo que importa no es la comunicación, sino la diferenciación. Como destacaban los periódicos al día siguiente de ponerse en marcha la iniciativa, los senadores hablaban en español en los pasillos de lo bien que funcionaban los pinganillos.

El error es considerar la iniciativa un escándalo por el derroche económico que supone. Si España fuera un país rico, ¿tendría sentido? Sólo si se quiere separar a los españoles en "identidades".

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