viernes, 28 de enero de 2011

Pensiones


Oyendo las radios estos días parece que se ha producido una revolución en torno a las pensiones. ¡Albricias! grita la prensa socialdemócrata, que es casi toda. Se está salvando nuestro sistema de pensiones, claman los políticos y los sindicalistas, como si hubieran conseguido inventar la máquina de agua. El maravilloso mecanismo para garantizar las pensiones de los futuros jubilados. Pensiones dignas, por supuesto. Esa dignidad de definición cambiante en función de lo que los políticos deciden. Tan pronto es digna una vivienda en el extrarradio más deprimido de una gran ciudad como un minipiso, dizque solución habitacional de aquella ministra Trujillo.

Nada más lejos de la realidad que el cuadro que nos quieren pintar. Esta reforma no es nada más que un brochazo de maquillaje para distraer a los "malvados mercados". No garantiza nada más que la miseria futura. El actual sistema de pensiones está sostenido sobre las cotizaciones de los trabajadores afiliados a la Seguridad Social en cada momento. España es un país en decadencia demográfica y económica, con poco pulso empresarial para atraer talento del exterior que garantice una actividad económica suficiente como para pagar a una masa de pensionistas como la que vamos a tener en el futuro. Es la gran pirámide de las pensiones. El fraude legalizado por los políticos. Madoff a su lado es un juego de niños.

El sistema que se consolida con esta reforma es además injusto por varios motivos. A los que estamos sosteniendo el sistema actual, nos están expropiando nuestra pensión para pagar a los pensionistas actuales y no nos quedará nada. Por otro lado, consolida un sistema que esclaviza al trabajador, anclándolo al país. ¿Quién podrá emigrar una vez que haya empezado a cotizar en España si necesita nada más que 38 años ahora para poder jubilarse? ¿Y quién que se haya ido a trabajar los primeros años de su vida al extranjero volverá a desarrollar su trabajo en España si no podrá cobrar una pensión aquí?

El sistema de capitalización es el único que puede garantizar, si se está en un país serio, que la gente cobra la pensión que cada uno decide, no la que decide el Gobierno en cada momento. Garantiza libertad de decisión, de retirarse a la edad a la que cada uno quiera o le parezca conveniente en función de sus ahorros y sus necesidades, permite la acumulación de capital a través del ahorro en activos y fondos de inversión que permitirán expandir la actividad económica.

Lo que más me subleva no es la reforma que, como destacaba Expansión hoy en su portada, recortará las pensiones futuras en un 20%, sino que nadie haya sido capaz de proponer un cambio radical del sistema. Evidentemente, no podemos esperar que el PSOE y los sindicalistas propongan un sistema de capitalización. Es metafísicamente imposible. Yo ya lo tenía asumido desde hace años que el sistema es insostenible y que no cobraré una pensión ni siquiera de las que Caldera considera dignas. Sin embargo, el PP sí debería haber hecho alguna propuesta alternativa a este sistema ruinoso. Pero no. El PP sólo ha hecho demagogia en torno a la edad de jubilación, poniéndose al lado de los sindicatos. ¡Puaj!

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