La progresía está ayuna de ceremonias y rituales. Es por eso que se tienen que inventar sus propios ritos que les acerquen a algo parecido a la trascendencia perdida en el descreimiento de Dios y de algo más allá de este valle de lágrimas. Porque sin trascendencia, el hombre no es nada y todo lo que haga en la Tierra carece de sentido.
Ayer leí en El Mundo, en un reportaje con una cobertura desmesurada para la relevancia de la noticia, que Cayetana Guillén Cuervo había bautizado civilmente a su hijo. Acto oficiado por el gran sacerdote de la ciudadanía que es Pedro Zerolo.
Se trata de un acto cuyo fin es el de dar la "bienvenida democrática" al recién nacido, como lo definió Pedro Zerolo. La ceremonia es un acto laico y civil que tiene un carácter simbólico, a la espera de que Madrid cuente con un registro de acogimiento, ha explicado el concejal.
Ignoro si la extensión del reportaje era porque Pedro J. quería darle importancia o para resaltar el patetismo de los personajes. Los detalles de la ceremonia demuestran el escaso nivel cultural de estos chicos que nos gobiernan y que crean opinión, los intelectuales de la zeja. Así, en la ceremonia, aparte de la admonición a padres y padrinos a que "defiendan los derechos estipulados en la Convención Internacional de la Infancia de Unicef", se firmó la carta que reconoce al bautizado como "ciudadano madrileño con todos sus derechos inherentes a esta condición" y luego vino la parte estética, con la lectura de dos poemas de Benedetti, una nana cantada por Juan Carmona y la sintonía de la serie David el gnomo.
Así estamos, Zerolo de sacerdote laico con música de David el gnomo. Esto es la ciudadanía. Que me borren, por favor.
El que se quiera recuperar de lo del gnomo, que escuche esto.
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