sábado, 27 de junio de 2009
La comedia humana. William Saroyan
Compré varios libros el otro día en la Feria del Libro de Madrid. Dos de ellos de William Saroyan, un escritor norteamericano de origen armenio. El primero que he leído ha sido La comedia humana. Es la historia de un chico, Homer Macauley, durante la Segunda Guerra Mundial que reparte telegramas (¡ay! el trabajo infantil) después del colegio y muchos de ellos son la comunicación a sus familias del fallecimiento de soldados en el frente. En un pasaje, la señorita Hicks, le dice al muchacho:
Sé cómo te sientes, pero todo hombre en este mundo es mejor que alguien. Y no tan bueno como alguien más. Joseph Terranova es más listo que Hubert, pero Hubert es igual de honrado a su manera. En un estado democrátivco todo hombre es igual a los demás hombres hasta que empieza a ejercitar sus capacidades, y a partir de ese momento todo el mundo es libre de ejercitar las capadidades que prefiera. Estoy ansiosa de que mis chicos y chicas empiecen a esforzarse por actuar de forma honorable. No me importa lo que mis criaturas parezcan en la superficie. No me engañan ni los modales elegantes ni los malos modos. Me interesa lo que hay debajo de los modales de cada clase. No me importa si una de mis criaturas es rica o pobre, brillante o lenta, genial u obtusa, con tal de que tenga humanidad, de que tenga corazón, de que ame la verdad y el honor, de que respete tanto a sus inferiores como a sus superiores. Y si las criaturas de mi clase son humanas, no quiero que todas sean humanas del mismo modo. Con tal de que no sean corruptas, no me importan sus diferencias. Quiero que cada una de mis criaturas sea ella misma. No quiero que seáis otra persona solamente para complacerme o para facilitar mi trabajo. Me hartaría muy pronto de una clase llena de jóvenes damas y caballeros perfectos. Quiero que mis criaturas sean gente, todos distintos, todos especiales, que cada uno de ellos sea una variación agradable y excitante de los demás. Quería que Hubert Ackley estuviera aquí para escuchar esto contigo, que entendiera junto contigo que aunque en el presente él no te caiga bien y tú no le caigas bien, eso es perfectamente natural. Quería que él supiera que los dos empezaréis a ser verdaderamente humanos cuando, a pesar del hecho de que no os caéis bien, os respetéis mutuamente. Eso es lo que significa ser civilizados, eso es lo que tenemos que aprender de la historia antigua.
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