Los americanos son unos obsesos de las estadísticas. Tienen estadísticas de todo. Cualquier actividad tiene su medición y su estadística, lo cual está bien en general, ya que proporciona información para tomar decisiones o para evaluar la evolución de determinados fenómenos sociales. Sin embargo, cuando las estadísticas se llevan al límite de lo absurdo, las decisiones que se pueden tomar pueden ser nefastas.
Hace unos días leí una noticia que ilustra perfectamente esta obsesión. El titular, en primera página de uno de los periódicos locales que he comprado en este viaje, decía: “Gym class injuries rise by 150 percent”. Es decir, que las lesiones en las clases de gimnasia habían aumentado un 150% ente 1997 y 2007. Los niños se chocan con estructuras metálicas, las canastas de baloncesto, se supone, o se hacen heridas en las rodillas. La niñas son más propensas a desmayos, golpes de calor y cosas así, menos violentas y cruentas que los niños. Las causas que había descubierto el estudio eran que había más niños en las clases o que había menos cuidadores, que es la misma causa, en realidad. Y, lógicamente, la solución es que el Gobierno aumente los recursos en las escuelas para evitar tantos accidentes. Aquí también la prensa presiona para que el Estado resuelva todos los problemas. ¿Qué tal decirles a los niños que tengan cuidado?
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