Nueva York es la meca del jazz, no hay duda. Ayer leía el Village Voice, un periódico "liberal" de los de aquí, o sea, progre, que se distribuye gratuitamente y que recoge todas las actuaciones musicales que hay cada semana en la ciudad. En las páginas 60 y 61 estaban los anuncios de los clubes de jazz más conocidos y el plantel de actuaciones que hay en esta semana y la que viene nolo igualaría el cartel del mejor festival europeo que se precie:
En el village Vanguard: Eliane Elias Trio, Paul Motian, Bill Frisell, Jason Moran; en Blue Note, que apuesta por música más moderna y de gente menos conocida, Kevin Eubanks y Kenny Werner Quintet con Randy Brecker, en Dizzy's Club, John Patitucci, en Smoke, Brad Mehldau y en Highline Ballroom, McCoy Tyner. Impresionante.
El Village Voice, quintaesencia del progresismo underground neoyorquino empieza a envejecer de mala manera, como todos esos progres prisaicos herederos del 68 y de Woodstock (este año, 40 tacos del hippismo) y que tanto han hecho por el socialismo a lo Gramsci, sin revoluciones. El artículo de portada de esta semana habla de que en las tiendas de alimentos de NY no se puede comprar vino. Los progres de antaño reclaman comprar vino, la quintaesencia de lo burgués. Nada es lo que era.
En el village Vanguard: Eliane Elias Trio, Paul Motian, Bill Frisell, Jason Moran; en Blue Note, que apuesta por música más moderna y de gente menos conocida, Kevin Eubanks y Kenny Werner Quintet con Randy Brecker, en Dizzy's Club, John Patitucci, en Smoke, Brad Mehldau y en Highline Ballroom, McCoy Tyner. Impresionante.
El Village Voice, quintaesencia del progresismo underground neoyorquino empieza a envejecer de mala manera, como todos esos progres prisaicos herederos del 68 y de Woodstock (este año, 40 tacos del hippismo) y que tanto han hecho por el socialismo a lo Gramsci, sin revoluciones. El artículo de portada de esta semana habla de que en las tiendas de alimentos de NY no se puede comprar vino. Los progres de antaño reclaman comprar vino, la quintaesencia de lo burgués. Nada es lo que era.
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