martes, 11 de agosto de 2009

Crónicas americanas (XI). Multas


Es conocido que la libertad de los americanos está cimentada sobre un sinfín de prohibiciones de todo tipo y de multas asociadas a la infracción de las normas. Lo que me ha sorprendido es leer la sección Law & Order, en la segunda página del periódico The Narrangasett Times, del sur de Rhode Island las personas que han sido detenidas o condenadas por delitos que van desde pequeñas infracciones de tráfico a posesión de drogas. Por ejemplo,


Noise: Patrolmen quieted a noise complaint at 14 Penbscott Trail on Saturday.

Vandalism: A car was reported vandalized at 68 Old Pine Road.

Amanda Baupre of 87 South Bay Drive in Narrangasett pleaded no contest to shoplifting in North Kingstown on July 20. She was fined $293.50 and ordered not to enter the North Kingston Kohl's for one year.

Juan Padin of 83 Victoria St. in Providence was arraigned for driving with a suspended license. His charge was dismissed upon payment of the fine of $94.5.


Así, todos casos ejemplarizantes de ciudadanos que han contravenido las normas y que han sufrido el implacable peso de la ley. Doy fe de que aquí las leyes están para cumplirlas, al menos la mayoría de los mortales, pues me han puesto dos multas.


Una por exceso de velocidad, el primer día, con coche de policía resonando las sirenas detrás de mí y otra por exceder el tiempo del parquímetro. Las multas de tráfico aquí no las pone la policía, sino el juez. El policía te da un formulario con la citación judicial (día y hora) en el que puedes declararte culpable o no culpable. En el primer caso, el juez dictará la sentencia y te la comunicará por correo y en el segundo caso te tienes que presentar en el juzgado en el día y hora señalado con un abogado para la vista de tu caso. Evidentemente, me declaré culpable y mandé el papel por correo. Ahora esperaré la sanción correspondiente. En caso de que no la cumpla, supongo que entraré en una lista de ciudadanos peligrosos que encontrarán trabas para entrar en los EE.UU.


Y decía que las leyes las cumplen la mayoría de los mortales, porque como en todas partes, hay clases. El otro día, en un barco de avistamiento de ballenas en Cape Cod conocí a un tipo que decía que era el chef de Bruce Springsteen. Era un mexicano que comía jamón de Huelva que llevaba envasado al vacío. Cuando le pregunté de dónde había sacado un paquete de jamón envasado en Jabugo, me dijo que iba mucho a España y que éste se lo había traído su jefe, el Boss. Al parecer, él no pasa la aduana y cuela todo lo que quiere, desde jamón de Jabugo hasta otras cosas un poco peores para la salud.


1 comentario:

C. Guarino dijo...

Pues este país en el cual vivimos, sigue el mismo camino, pero claro al ser "followers" las cosas suelen hacerse peor. Prohibiciones por doquier, normas recaudatorias sin sentido, limitación de libertades... un ejemplo. EL otro día en una playa levantina (recordemos que bañadas por un mar de los "tranquilos") que no quiero citar... algo tan normal como "bandera amarilla". Un par de olas más allá del medio metro, y la gente saca sus tablas de body-board (de surf no aplica por el tamaño de las olas). Pues bien, pimpollos de la Cruz Roja, y la Policía Local del pueblo (no llega a localidad), sacando a la gente del agua con las mini-tablas, y pidiendo documentación. Pero para que quiero yo una tabla con mar plano, o olas que ni desplazan a mi hijo de año y medio??? Debe ser que lo hacen por fastidiar, o que habrá que sacarse una licencia para hacer body-board (previo paso por caja) una vez al año en una playa cualquiera levantina... Lamentablemente una vez perdí mi opción de hacerme norteamericano...