domingo, 9 de enero de 2011

El fumeque


No soy fumador. Mejor dicho, soy fumador muy ocasional. Puedo fumar un cigarrillo después de alguna cena bien regada de vino y algún puro en ocasiones especiales, después de una buena comida. Me molesta respirar el humo de los demás, especialmente en lugares donde el ambiente está muy cargado, de los que sales apestando a tabaco. Además, está demostrado que el humo es dañino para la salud de los fumadores pasivos. En la oficina he sufrido el efecto nocivo de reuniones cargadas de humo, no sólo de cigarrillos, sino también de puros.

Sin embargo, estoy en contra de la ley de prohibición de fumar en todos los lugares públicos porque creo que son un atentado contra la libertad y la propiedad privada. A diferencia de lo que muchos opinan, no creo que sea un ataque contra la libertad de los fumadores de fumar donde les plazca. En mi opinión, es un ataque contra la libertad del propietario de un local de utilizarlo como quiera y dando los servicios que le parecen bien.

A favor de la prohibición de fumar se dan varios argumentos que desde mi punto de vista son falaces:

1. El tabaco mata. La solución socialista sería la prohibición total del tabaco. Yo pienso que si alguien se quiere arriesgarse a contraer una enfermedad derivada del tabaco, es su problema. Nuestro cuerpo no es propiedad del Estado, que puede venir a decirnos lo que tenemos que hacer. De aquí se pasa a no comer grasas, a hacer dos horas de ejercicio cada día y, poco a poco, a ser esclavos de Paguín o alguien semejante.
2. El tabaco cuesta mucho dinero a la sanidad pública. Desde el momento en el que no somos libres para elegir qué cobertura sanitaria queremos para nosotros mismos y la sanidad está soportada por los impuestos de todos, es lógico que se argumente esto. La solución sería que lso ciudadanos tuvieran un seguro privado que les permitiera elegir la cobertura sanitaria. ¿Alguien duda de que los fumadores pagarían una prima más alta por estar en un grupo de mayor riesgo? Además, cualquier enfermedad es un coste para la seguridad social. Por tanto, dentro de poco veremos otras prohibiciones que "cuidarán" de nuestra salud. Otra vez Paguín haciendo de las suyas con nuestros cuerpos.
3. Los no fumadores no tienen por qué soportar el humo de los fumadores en bares y restaurantes. Nadie obliga a una persona a entrar en un determinado local si no le gusta. Un no fumador es libre de elegir ir a locales en los que no se fume y no está obligado a ir a restaurantes en los que se fume. Prohibir el tabaco en todos los locales cerrados responde a una vocación de los políticos de adueñarse del comportamiento social mediante regulaciones. También se aduce que los camareros no tienen por qué tragarse el humo de los fumadores. Tampoco los mineros o los pintores industriales tienen por qué estar sometidos a trabajos penosos. Nadie les obliga a trabajar en un determinado restaurante si las condiciones que se dan en él no les satisfacen. Y si son buenos camareros podrán encontrar otro trabajo con mayor o menor dificultad.
4. También está prohibido en otros países. ¿Y?
5. La ley tiene el máximo consenso político. Este es el argumento menos liberal y democrático. Según este argumento, si los partidos políticos se ponen de acuerdo y hay consenso, podrán organizar campos de concentración para recluir a aquellos que no demuestren un comportamiento adecuado al consenso. Ya pasó en Alemania. La democracia y el estado liberal deben garantizar los derechos de las minorías.

Y el esperpento viene cuando Paguín incita a los ciudadanos a la delación. No son capaces de hacer cumplir las sentencias del Supremo (véase la sentencia sobre la inmersión lingüística en Cataluña) y nos quieren meter a nosotros en el lío de denunciar a nuestros vecinos.

1 comentario:

Canhor dijo...

muy interesante tu propuesta