jueves, 17 de julio de 2008

Javier Marías contra Bibiana


Me recomienda mi amigo Linguini el artículo de Javier Marías contra las idioteces que las feministas y los feministos están proponiendo para aplicar su ideología de género al lenguaje. Y eso que Marías es de los progres.
Una momia del feminismo (a propósito, al decir “momia” tampoco indico si me refiero a una mujer o a un varón, es otra palabra invariable que sirve para los dos sexos, ¿o preferirían sus señorías que escribiera “momio” y “señoríos”?) aprovecha para condenar el empleo de “homicidio” en todos los casos, aunque el víctimo sea mujer, y aboga por la imposición de “feminicidio”. He ahí una nueva muestra de ignorancia brutal. La etimología de “hombre” es “humus”, sustantivo femenino que significaba “tierra” o “suelo”, lo cual más neutro no puede ser (de ahí “inhumar” o “exhumar”); y por eso, al decir “el hombre” en general, se está diciendo exactamente lo mismo que al decir “el ser humano” o “la humanidad”, que a los feministas a ultranza les parecen contradictoriamente bien, pues tanto “humano” como “humanidad” derivan de “hombre”. Así, “homicidio” engloba la muerte a manos de otro de cualquier miembro de nuestra especie, lo mismo que “elefanticidio” o “canicidio” englobaría la de cualquier elefante o perro, sin necesidad de precisar en cada ocasión si se trata de un elefante o un perro macho o hembra. Se habla de “el hombre” –“el terroso”, en origen– como se dice que “el león es carnívoro” o “la rata frecuenta las alcantarillas” o “el tigre es muy peligroso” o “la jirafa tiene el cuello largo” o “la cebra es rayada”. Según estos plastas, tendríamos que hablar siempre de “la jirafa y el jirafo”, “la rata y el rato”, “el tigre y la tigresa” y “la cebra y el cebro”. Desean hacer de la lengua algo odioso, inservible y soporífero. Por lo demás, hace muchos años ya sostuve que cuantos sueltan la coletilla de “los españoles y las españolas”, “los ciudadanos y las ciudadanas” y demás, son sin excepción farsantes y demagogos de los que nadie se debería fiar. (Ahora hay también traductores que falsean los originales, y donde en inglés pone “the workers”, ellos colocan “los trabajadores y trabajadoras”, y todo así.) Porque lo cierto es que jamás siguen como estarían obligados a hacer. Nunca añaden: “Los vascos y las vascas están cansados y cansadas, hartos y hartas de que los y las engañen, los y las amenacen, y de ver cómo sus hijos e hijas quedan privados y privadas de futuro”. Saben que espantarían a sus oyentes y que no hace falta. Saben que en realidad, al decir “los vascos”, ya se están refiriendo a los de ambos sexos, y saben que quienes los escuchan lo saben también.

2 comentarios:

Lino Moinelo dijo...

Resulta verdaderamente contradictorio que como escusa de buscar la igualdad, se remarquen las diferencias entre las personas, y se pretenda legislar en función de estas de forma que se logra exactamente lo contrario: otorgar distintos privilegios en función del sexo.

De locura

Saludos

metempsicótico dijo...

Hace años, muchos años, a Javier Marías, escritor (progre o no progre) de mi predilección, le publicaron una "carta al director" de El País jugosa y divertida, sobre este tema.
Es agotador comprobar cómo, una y otra vez, se confunden género (masculino, femenino, neutro y epiceno) y sexo (a elegir), cómo se mezclan usos lingüísticos e igualdad de trato y de derechos, cómo no se distingue la velocidad y el tocino.
En abril publicaba una entrada en mi blog -erre que erre- dándole vueltas a lo mismo o parecido: http://metempsicotico.blogspot.com/2008/04/produce-bascas-orlo.html