viernes, 11 de julio de 2008

Limitar el poder


El artículo de Pedro Schwartz ayer en Expansión era realmente excepcional. Exponía el célebre economista las causas y los efectos de la expansión del poder de los Gobiernos y del Estado en todos los países democráticos y la incapacidad que tienen para resolver los verdaderos problemas de la sociedad.


No se puede enlazar el artículo, ya que todavía no está disponible, pero a continuación copio algunos párrafos que me parecen reseñables:


"El verdadero problema de la política no es el de buscar un líder carismático o el de obedecer el mandato popular sino el de organizar nuestras instituciones para que políticos de mala estofa o modas equivodadas hagan demasidado daño. El problema de la política democrática es cómo limitar el poder sin que ello haga imposible tomar decisiones colectivas indispensables.


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La cuestión central de la democracia liberal no es la de elegir el mejor para cada cargo, pues no hay quien conozca el verdadero fondo de los candidatos ni éstos podrán nunca gobernar bien, dado el excesivo poder que se les confía. La cuestión es cómo limitar los poderes del Estado para que, en la medida de lo posible, las leyes y no los hombres sean los que gobiernen una democracia. La decepción es inevitable porque el puesto de presidente de EE.UU. es un cargo imposible de desempeñar bien. No digo que no sea necesario que a la cabeza del Estado haya un magistrado que, con el concurso del Congreso y la vigilancia de los Tribunales, esté a mano para tomar decisiones urgentes en momentos de gravedad. Pero dos guerras mundiales y la gran crisis económica de 1930 hicieron cundir en el siglo XX la idea de que, ante cualquier problema o dificultad, las Autoridades debían "hacer algo". Los políticos han respondido a esas expectativas buscando ampliar sus poderes de forma incontrolada y procurando una centralización política mucho mayor que la prevista en la Constitución de 1783.

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Es posible que muchas de las decisiones del presidente o de las reformas por las que lucha sean de vital importancoia para la República y aún para el mundo. Pero no hay natraleza humana que pueda resistir la permanente presión que sobre el Presidente ejerce el continuo clamor de la sociedad que de él todo lo espera. El día sólo tiene veinticuatro horas. La naturaleza de las cosas es refractaria. Le rodean aduladores incapaces de crítica y colaboradores en continua rivalidad por conseguir su favor. En suma, por muy cuidadoso que sea el examen al que se someten los candidatos, por muy vigorosamente que exprensen los ciudadanos sus preferencias, resulta poco menos que imposible de elegir un buen presidente que marque el rumbo acertado para los asuntos públicos."


Efectivamente, es imposible gobernar las sociedades moderna y el presidente es completamente inane. Existe un problema epistemológico y es que es imposible conocer todas las variables, componentes y relaciones que influyen en el desarrollo del sistema social y, por tanto, el Gobierno o cualquier otro ente centralizado no puede comprender el problema y por lo tanto, no se puede saber a priori el resultado de las acciones sobre el progreso social. Esto lo estudió bien Von Mises en su famoso libro La acción humana. Muy recomendable, aunque sea un tocho tremendo.

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