Las dos cosas, en realidad. Estaba borracho y se le nota tremendamente. Pero ya se sabe que el alcohol limita la capacidad de raciocinio y desata la lengua, que sin ataduras mentales, expresa lo más profundo del inconsciente. Aquí se retrata el gran traidor, el acomplejado que, genuflexo ante el altar de lo progre, elogia al que le odia. Y encima, borracho. ¡Qué pena!
En versión clones
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