viernes, 22 de junio de 2007

Stuart Mill y la educación


Llevo tres días sin bloggear debido a cenas y salidas nocturnas que me han impedido dedicar ni un minuto a esta segunda actividad que me he impuesto desde hace unos meses.

Estos días se han ido publicando por parte del diario pro-terrorista Gara las crónicas de las negociaciones según ETA. Sólo he oído algunas cosas por la radio, pero los detalles son pavorosos y demuestran la indignidad en la que ha incurrido el Gobierno, el Congreso y, con ellos, la nación. Volveré al tema cuando me haya leído bien las crónicas.

De momento, pongo la penúltima entrada sobre Stuart Mill. Recomiendo este librito (Sobre la libertad, Alianza Editoarial) a todos los que estén interesados en el tema de la libertad individual.

Si desde un principio fuera admitido el deber de imponer una educación universal, se pondría fin a las dificultades sobre lo que el Estado debe enseñar y la manera de enseñarlo; dificultades que, por ahora, convierten este asunto en un verdadero campo de batalla entre sectas y partidos, dando lugar a que se invierta en discutir acerca de la educación, el tiempo y el esfuerzo que debieran dedicarse a la educación misma. Si el Gobierno se decidiera a exigir una buena educación para todos los niños, se evitaría la preocupación de proporcionársela por sí. Puede dejar que los padres obtengan la educación para sus hijos dónde y cómo prefieran, contentándose con auxiliar a pagar los gastos escolares de los niños de clases pobres, o pagarlos íntegramente a aquellos que carezcan en absoluto de los medios para hacerlo. Las objeciones que con razón se formulan contra la educación por el Estado no son aplicables a que el Estado imponga la educación, sino a que el Estado se encargue de dirigirla; lo cual es cosa totalmente diferente. Me opondré tanto como el que más a que toda o una gran parte de la educación del pueblo se ponga en manos del Estado. Todo cuanto se ha dicho sobre la individualidad del carácter y la diversidad de opiniones y conductas, implica una diversidad de educación de la misma indecible importancia. Una educación general del Estado es una mera invención para moldear al pueblo haciendo a todos exactamente iguales; y como el molde en el cual se les funde es el que satisface al poder dominante en el Gobierno, sea éste un monarca, una teocracia, una aristocracia, o la mayoría de la generación presente, proporcionalmente a su eficiencia y éxito, establece un despotismo sobre el espíritu, que por su propia naturaleza tiende a extenderse al cuerpo. Una educación estabecida y dirigida por el Estado sólo podría, en todo caso, existir, como uno de tantos experimentos, entre otros muchos que le hicieran competencia, realizado con un propósito de ejemplaridad y estímulo, a fin de hacer alcanzar a los demás un cierto grado de perfección.

En eso estamos. El Estado impone una enseñanza para moldear el comportamiento de los futuros adultos. Esto es lo que intenta con Educación para la ciudadanía, como ya he comentado varias veces, que los ciudadanos del futuro sean respetuosos con las decisiones de los gobernantes y no se planteen si son justas y acertadas. El rebaño, en definitiva. En España todavía hay un sistema mixto en el que el Estado impone los temas, pero hay libertad en la administración de la enseñanza a través de colegios privados con idearios propios y con una selección más o menos autónoma de los profesores. Como dice Stuart Mill, el sistema sirve para comparar las diferencias entre los resultados de la enseñanza pública y la privada, como si de un experimento se tratara. Está claro, cuál es el mejor sistema y a quién favorece.
Sostengo, no obstante, que el colegio es menos perjudicial hoy en día para moldear los futuros comportamientos que la televisión. En esta radica el verdadero peligro social del futuro. Es este medio el que transmite los peores ejemplos de comportamiento. Al fin y al cabo, ¿quién hace caso hoy en España a lo que viene escrito en un libro?
Recuerdo que mis profesores en el colegio, comunistas ellos, nos hablaban de lo maravillosa que era la URSS y de lo listo que era Fidel Castro. No parece que tuvieran mucho éxito conmigo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias me sirvio para mi tarea