Sherlock Holmes

Nada en el mundo postmoderno puede respetar los cánones clásicos. Todo tiene que ser reinterpretado de acuerdo a los filtros del mundo post-industrial. La flauta mágica es ambientada en la Europa de entreguerras o Hamlet aparece haciendo flexiones en calzoncillos, mientras un disc-jockey pinche música máquina al fondo del escenario.

Así es este Sherlock Holmes de Guy Ritchie (ex-marido de Madonna y director de Revolver, Suspect, RocknRolla). Un detective histriónico, sucio y desharrapado casi siempre, insolente y violento. Un Holmes que se pelea con la chusma en los bajos fondos londinenses como si fuera un estibador de puerto y que lucha a puñetazos con sus enemigos. Es más, es un Sherlock Holmes atribulado por una mujer, Irene Adler, que le engaña y le manipula, aspecto contrario a la presentación que Watson hace en Un escándalo en Bohemia:

"Para Sherlock Homes ella es siempre la mujer. Rara vez he oído que la mencione por otro nombre. A sus ojos, ella eclipsa al resto del sexo débil. No es que haya sentido por Irene Adler una emoción que pueda compararse al amor. Todas las emociones, y ésa particularmente, son opuestas a su mente fría, precisa, pero admirablemente equilibrada."

También Watson es un tipo audaz y excelente luchador, algo que tampoco se compadece con el doctor en medicina que en Estudio en escarlata cuenta que le han dejado un hombro maltrecho en la batalla de Maiwand, en Afganistán.

La película, con todo, es una buena película de aventuras, excelentes efectos especiales (abusan un poco del slow motion en las peleas de Holmes con sus enemigos, lo que le da un toque especialmente violento) y una historia que se cierra de forma racional con las excelentes deducciones de Holmes, si bien durante toda la película se nos hace creer que estamos ante una historia sobrenatural de magia negra y espíritus malignos.

Por todo lo dicho, el personaje se podría llamar mejor Indiana Holmes y sería más fiel a lo que el espectador puede esperar de la película. Lejos queda el Sherlock Holmes de Peter Cushing.