Siempre se ha dicho que las posiciones de mando implican soledad. El jefe no puede recurrir a nadie para tomar las decisiones últimas, sólo puede buscar algunos consejos pero sabe que las consecuencias de sus decisiones son sólo responsabilidad suya y que sólo a él le pedirán explicaciones.
Pero una cosa es estar solo y otra estar aislado. Es lo que le pasa a Zapatero, que de estar en el corazón de Europa ha pasado a ser un insignificante vaso capilar si seguimos con el símil del aparato circulatorio. Absolutamente irrelevante. Ayer, según dicen los periódicos todavía seguía pensando que iba a tener una reunión con Bush para "discutir de temas que preocupan a los dos".
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