miércoles, 30 de abril de 2008
Connivencia, confabulación
Es lo que define la relación entre la política y la empresa en España y en Europa. Ayer se conoció la noticia de que Eduardo Zaplana dejaba su escaño de diputado raso para ser el representante de Telefónica en Europa. ¿Qué aporta Zaplana a una empresa como Telefónica? Nada de tecnología, nada de marketing, nada de finanzas, nada relacionado con el negocio en sí y sólo relaciones. Es decir, capacidad de hacer lobby, de influir en los reguladores europeos en favor de su empresa. Telefónica ya había destacado en la contratación de políticos con el nombramiento de Javier de Paz, amigo de Zapatero y antiguo jefe de las Juventudes Socialistas, como consejero de la empresa.
Hoy se ha conocido que David Taguas, hasta hace unos días el jefe de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, ha sido nombrado presidente de Seopan, la patronal de las grandes constructoras.
Parece que el viaje de Moratinos a Argentina tiene un objetivo inconfesable que es la mediación del gobierno español con el gobierno argentino en los problemas que el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, socio de Gonzalo Pascual en Marsans, Air Comet y Aerolíneas.
Lo mismo ocurre con la fusión de Gas Natural e Iberdrola como hace tres años fue la de Gas Natural y Endesa bajo la supervisión de Miguel Sebastián
Estos dos ejemplos muestran la indecente relación de la política con la vida empresarial en España y en Europa. Por esta entre otras razones es necesario que el Estado deje de intervenir en la vida de las empresas y en los mercados. Cuando los políticos nos intentan convencer de que la intervención del Estado es necesaria para regular la competencia y evitar el "salvajismo" capitalista lo único que están haciendo es buscarse cuotas de poder y puestos de trabajo en el futuro. Esto es corrupción aunque sea legal.
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