jueves, 16 de abril de 2009
Futuro inquietante para los hombres
La lectura de múltiples periódicos tiene la ventaja de poder relacionar noticias y hacerse una buena idea de las tendencias de la sociedad. Y hay que ver qué mala pinta tiene el panorama que les espera a los hombres.
Por un lado, Bibiana Aído, la defensora de los derechos femeninos, exhibiendo un valor difícil de calibrar anuncia que su ministerio controlará a las empresas para evitar cribas femeninas. Ya se sabe que las empresas, controladas por hombres malos están persiguiendo constantemente a las mujeres para despedirlas cuando cometen el más mínimo error. Sin embargo, es curioso que el paro masculino en el último año ha subido un 82% mientras que el femenino sólo lo ha hecho en un 27%. Imaginemos que fuera al revés. Veríamos a los empresarios sentados en la silla de tortura y a la dominatriz Bibiana enfundada en cuero y látigo en mano dando ejemplo ante la audiencia televisiva de La Sexta (sin pagar, todavía).
Pero más inquietante que esta noticia de intervencionismo feminista por parte de nuestro gobierno es la noticia que leo en El Mundo de una especie de hormigas que no necesitan machos para reproducirse. Esto, unido al avance de la reproducción asistida y a la demonización del hombre como origen de todos los males de las mujeres nos lleva a un futuro inquietante para todos los hombres que nos resistimos al afeminamiento actual y que se manifiesta, entre otras cosas, en los quince días de baja por paternidad, reducciones de jornada y demás "derechos zejateros" para padres acorralados por sus esposas.
Sé que seré tachado de machista, reaccionario y misógino por este comentario, pero qué nos importará nada cuando Bibiana nos condene al ostracismo.
Por cierto, que le recomendaría a Bibiana Aído que se fuera a Afganistán a defender los derechos de aquellas mujeres heroicas. El futuro de Afganistán pasa porque sus mujeres sean el eje central de la sociedad. Mujeres educadas impedirán que sus hijos se dediquen a la guerra y el país prosperará. Ahí te quiero ver, Bibiana.
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