Alguien me llamará racista por criticar la insólita aprobación de la nueva Constitución de Bolivia por parte de la Asamblea Constituyente con la foto que figura arriba. Sin embargo, creo que las fotos de dicha reunión que han publicado los periódicos de hoy son el epítome de lo ocurrido ayer en Oruro. La aprobación de un disparate antiliberal, aunque más o menos democrático.
La nueva Constitución establece el respeto a la propiedad privada, individual o colectiva siempre y cuando ésta cumpla una función social. O por ejemplo, que hay varios tipos de naciones, entre ellas la nación indígena, que tendrá su propio ordenamiento judicial. Es decir, que los ciudadanos no serán iguales ante la ley sino que dependerá de cuál es su origen étnico.
En las provincias orientales, más ricas y prósperas que la parte andina, se ha organizado una gran resistencia que puede llevar a la guerra civil. De momento, hay unos cuantos opositores que llevan seis días en huelga de hambre. El director de El Mundo escribe contra la reforma aprobada ayer de forma bastante irregular. Esperemos que los bolivianos la rechacen en el referéndum. Por su bien. La verdad es que Bolivia es ya de por sí un país irrelevante y pobre. Pero con esto, lo será aún más. Preparémonos para la avalancha de bolivianos.
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