Vivimos tiempos de debilidad, de renuncia a nuestros valores tradicionales de libertad y democracia. Nuestros gobiernos no se atreven a resistir frente a los que nos amenazan y ceden ante el terror. En los últimos días se han sucedido en varios lugares del mundo episodios en los que el mundo libre se ha rendido a esas amenazas de terroristas y enemigos de la libertad y de los valores que Occidente ha defendido históricamente.
Primero fue el intento de Hugo Chávez de "liberar" a los secuestrados por los terroristas de las FARC, felizmente fracasado. Digo felizmente no por el fracaso en sí, pues esas personas no deberían permanecer en ese cautiverio ni un minuto más, si no por el fracaso de Chávez y por lo que estaría dándole a las FARC a cambio. El presidente de Venezuela sigue con su mala racha: perdió el referéndum y ahora fracasa en su "intento pacificador". Relativo a esto, ayer escuché en el programa de Carlos Herrera una entrevista al esposo de Ingrid Betancourt, el cual le echaba la culpa de la situación de su mujer al ¡gobierno de Colombia!
Después ha venido la liberación de las dos voluntarias a la ONG en Somalia. Rápidamente Moratinos ha dicho que no se había pagado rescate, lo cual hace pensar que algo se ha dado a cambio (excusatio non petita...).
Ayer se suspendió el Rallye Dakar cediendo a las amenazas de Al Qaeda. Es la primera vez que pasa una cosa así desde el año de la primera prueba en 1979 y es un precedente malísimo para el deporte mundial, además de un altavoz propagandístico excepcional para los terroristas que han demostrado que son temidos por los gobiernos occidentales. Aquiles y PahaSapa también está furiosos con esto.
En nuestro ámbito más cercano durante el año pasado experimentamos nuestra particular versión de estas cesiones con la indigna negociación del gobierno con ETA, reconociendo que lo que subyace debajo del terrorismo es un "problema político", lo cual ha dado alas no sólo a los terroristas sino a los mal llamados moderados del PNV.
Estoy convencido de que estas cesiones por parte de gobiernos y organizaciones occidentales ante el terror no hace más que demostrar nuestra debilidad y miedo ante la barbarie terrorista que quiere destruir nuestro sistema de libertades civiles e imponer totalitarismo religioso o marxista.
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