domingo, 1 de junio de 2008

Finkielkraut


Excelente entrevista a Alain Finkielkraut ayer en El Mundo.

Pregunta: ¿Cuál de los efectos de Mayo del 68 considera más graves?

Respuesta: Podría citar entre ellos esta idea de la juventud como valor supremo. Una de las fotos más desgraciadas del movimiento es la que muestra a Jean- Paul Sartre postrado ante el joven Cohn-Bendit. Es un momento histórico, estremecedor: los adultos abdican, se convierten en seguidores de los jóvenes, dejan la batuta en el atril. Ofician el suicidio de la madurez. Ésa es la consecuencia más grave del 68. Los adultos se retiran para dar el poder a los niños, a los adolescentes, a los estudiantes. Olvidando el compromiso de la educación y de la transmisión de valores. El 68 sustituye la figura del hombre cultivado por la del niño mimado. He aquí el resultado de aquel movimiento y la herencia que todavía vivimos hoy.

P: También alude usted al dogmatismo de la democracia.

R: Hay un gran malentendido en torno a la idea de la democracia. Y del igualitarismo, que se ha ido extendiendo como principio en todos los ámbitos de la existencia. Pero la igualdad y la democracia no tienen nada que hacer en la cultura ni en la educación. Se ha puesto en discusión la asimetría entre el profesor y el alumno. Se les ha colocado en un mismo plano. Igual sucede con la cultura. Ha desaparecido la jerarquía de los valores estéticos: tanto vale la ópera como el rap, la belleza como la trivialidad. Hannah Arendt decía que la cultura consiste en saber elegir la compañía. La compañía de un libro, de una película, de una persona. Ahora no hay lugar a la elección. Elegir es distinguirse, distinguirse es jerarquizar, jerarquizar es excluir y excluir es discriminar. Insisto: el lugar de la democracia es la poítica y la justicia social. Pero en otros ámbitos, como el cultural y el educativo se imponen reglas distintas. El drama de nuestro tiempo consiste en haber convertido en derechos del hombre todas las cosas materiales y espirituales. Es así como se ha pasado de la transmisión de valores a la construcción individual del propio saber, invocando el principio del igualitarismo. El profesor autoritario se confunde con el opresor, la jerarquía, con la represión.

P: El problema también se extrapola al fenómeno doméstico. La democratización de los hogares.

R: Se está perdiendo, desdibujando, la figura del padre. No porque se dedique a cambiar pañales, sino porque la familia se ha convertido en un espacio de negociación perpetua. Todo se desarrolla en un registro puramente afectivo, igualitario, pero no ya simbólico. La familia ha dejado de ser una institución para convertirse en una especia de asociación precaria.


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