Mala noche. Una llamada telefónica de una persona a las 4 de la mañana me desveló y ya no he podido dormir más. He dado vueltas y más vueltas hasta que, dando la noche perdida, me he puesto a leer y después a trabajar un rato más. Estoy leyendo un libro que ha salido recientemente, El economista camuflado, y que es una aproximación a la vida cotidiana desde la perspectiva de un economista. Trata de cómo se forman los precios, de las externalidades, de los impuestos, etc. Es interesante y se lee bastante bien.
Hoy visita a la oficina de compras de Tyco en Shanghai y viaje a Hangzhou, a tres horas de coche de Shanghai. Es una ciudad a las orillas de un gran lago, el cual está rodeado de templos, colinas y un gran paseo, que es el lugar de esparcimiento de una gran parte de la población de la ciudad. Ya estuve aquí hace dos años con un colega belga y tengo bonitas fotos del lago. Luego colgaré alguna. Hemos cenado en un buen restaurante a la orilla del lago en una zona para extranjeros adinerados, en la que las plantas y árboles están adornados con lucecitas que hacen un efecto muy bonito, navideño y romántico a la vez. Es una zona de lujo, sin duda, pues hay varios establecimientos internacionales como Starbucks, Hägen Dazs y similares. Los precios en estas tiendas son similares a los de España. Un helado, 33 RMB, que equivale a 3,3 €. Carísimo para China. Si tenemos en cuenta que un trabajador poco especializado en Shanghai puede ganar 120€ al mes (menos de 40 helados) y uno especializado alrededor de los 300, nos podemos hacer una idea del lujo que significa tomarse un grasiento helado americano en China. También hay que tener en cuenta que hay un gran número de personas que se han enriquecido tremendamente en los últimos años como consecuencia del crecimiento económico y del desarrollo industrial. Dicen que hay una población como la española con una renta equivalente a la alemana. Es decir, que 40 millones de personas en China generan un PIB equivalente al doble del español. Impresionante, ¿no?
Por contra, en el interior del país, hay unos cuantos cientos de millones de personas que no me aventuro en cuantificar en seis o nueve, pues tengo fuentes discrepantes, pero probablemente estará más cerca de los 900 millones que de los 600, que subsisten con una renta que no llega a los 200€ al año. Este es el comunismo chino. Si Mao levantara la cabeza. Seguro que volvía a organizar la Revolución Cultural y se cargaba (quiero decir que mataba) a los 40 millones de nuevos ricos que ha traído el capitalismo autoritario. Sobre todo si se enterara de que estas fortunas tienen como origen una corrupción. Al parecer los funcionarios del PC chino que dirigían empresas se han quedado gran parte de esas industrias a muy bajo precio o directamente gratis, después de arruinarlas a conciencia. A partir de ese momento, con la apertura del comercio internacional con China, han tenido el espíritu emprendedor suficiente como para desarrollarlas, hacerlas competitivas, invertir en equipamiento, sacarlas a bolsa y... forrarse. Esto es lo que cuentan mis colegas de la empresa y parece que hay bastante preocupación por el tema, pues hay gente que está protestando (como se puede protestar aquí, es decir, en voz baja).
Es un país de grandes contrastes entre ricos y pobres. Yo mismo he visto a unos pobres desharrapados picando una zanja mientras a su lado pasa un BMW 760 con todos los extras, que puede suponer su sueldo de varios siglos. Al parecer el despido es libre hasta que un empleado no lleva trabajando en la misma empresa diez años. No sé si es cierto, pero mañana lo averiguaré.
En la comida con mi colega chino y mi cliente español se ha suscitado la discusión de si es bueno un sistema como el chino que prima el desarrollo económico a pesar de un pobre sistema político, basado en el autoritarismo y en la represión de las libertades civiles. El español pensaba que "gato blanco o gato negro, lo importante es que cace ratones" (famosa frase de Deng Xiao Ping a Felipe González, el cual la trató de aplicar a rajatabla en su propio interés, claro). Es decir, que el fin (el bienestar de muchos), justifica los medios (el mal de algunos ¿inadaptados?). Interesante debate. Dos cosas: desde el punto de vista moral, evidentemente importa el color del gato, mejor blanco que negro, que da mala suerte; dejando de lado la moral, creo que a corto plazo puede funcionar el gato bicolor, pero a largo plazo es insostenible y lleva a desórdenes y a un sufrimiento de un mayor número de personas, además de la ineficiencia que tiene implícita un sistema en el que no hay control para las decisiones.
Es tarde. Mañana más.
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