Estoy en el aeropuerto esperando que salga mi vuelo a Tel Aviv, donde tengo una reunión mañana y aprovecho para escribir mi entrada diaria en el blog.
La tengo tomada con este tema. Los que me conocen personalmente dirán que soy un radical por defender que la gente decida libremente lo que quiere hacer con su vida con mínimas intromisiones del Estado. Eso es radical. No lo es, sin embargo, obligar a mis hijos a estudiar una asignatura que socava los valores en los que yo creo.
Otro artículo que me ha parecido interesante sobre el tema.
Este otro también es bueno. Aún confiando en las personas y en sus valores, como dice el autor, no se puede confiar al Estado ninguna de nuestras esferas de libertad. Las tomará todas.
El fin de Educación para la Ciudadanía es que los ciudadanos del futuro aprecien la labor benefactora del Estado como provisor de toda clase de bienes y servicios. Ya anticipó el otro día Zapatero que habría un gran salto en vivienda para jóvenes. Es más, ya no serán minipisos, que ha cambiado a esa ministra rácana y miserable, sino grandes casas con toque de "diseny" que para eso la nueva ministra es joven y lustrosa. Y dignas, muy dignas.
El otro día, en una cena, después de argumentar contra EpC, me dijeron que estaba contra el mundo. Pues si éste es el mundo, sí estoy contra él. No veo el problema.
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