domingo, 18 de mayo de 2008

La secta


(Secta: 1. f. Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica. 2. f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra. 3. f. Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.)

Al llegar a mi asiento en el avión de vuelta de Sao Paulo a Madrid el viernes, el vecino de asiento, al verme con El País en la mano, me preguntó con un cierto nerviosismo:
- ¿Dónde daban El País?
- Es el de ayer que he cogido en la sala VIP - respondí yo, sin darle más importancia.
- ¡Ah! ese ya lo leí por internet ayer.
- Sí, internet es fantástico, se pueden leer muchos periódicos y contrastar opiniones.
- No, yo sólo leo El País -afirmó categórico.

Inmediatamente después, y antes de que el protocolo dictara que había llegado el momento de repartir la prensa, el hombre le pidió a la azafata El País. Yo había cogido El País y ABC del día anterior, los cuales me dispuse a hojear con la certeza de que lo que leía en esos periódicos era mercancía vieja, lo que no quiera decir que estuviera caducada. Nos sorprenderíamos al descubrir la tremenda actualidad que encontraríamos en muchos de los comentarios de periódicos viejos. No había nada reseñable en esos periódicos que no conociera ya, salvo las reacciones al terrible atentado de ETA del miércoles y un comentario interesante de Irene Lozano sobre Telma Ortiz.

Mi compañero de viaje se reveló hablador, y me contó que llevaba un mes fuera de casa, viajando por Brasil, Chile y Argentina. Era catedrático de desarrollo urbano o algo parecido de la universidad de Valencia y estaba de año sabático, "que después de cuarenta años, ya me lo merezco" dijo. Acepté semejante afirmación sin saber muy bien por qué se lo merecía. Conversamos sobre el viaje que cada uno habíamos hecho. El suyo, largo y pausado, corto y rápido, el mío. Los dos habíamos estado en Brasilia, y él me contó que le había encantado la ciudad, cómo estaba planificada, cada cosa en su sitio, con un urbanismo racionalista que no había dejado lugar a la improvisación humana. Efectivamente, Brasilia, la capital política y administrativa de Brasil, fue una ciudad construida de la nada hace exactamente cincuenta años con la intención de desarrollar el interior de Brasil, un país en el que la mayoría de la población vive en la costa. No discutí sobre el asunto, aunque por lo que he oído de Brasilia, no es una ciudad agradable para vivir. La actividad se desarrolla conforme a unas reglas previamente definidas por la autoridad planificadora y no hay forma de que sea de otra manera. Tiene alguna ventaja como es que no hay apenas semáforos ya que los cruces de las calles se salvan casi siempre con un puente. La vocación planificadora de mi vecino me empezó a provocar una cierta desconfianza.

La sospecha se vio confirmada al seguir la conversación con el viejo profesor de universidad, especialmente al contejar las informaciones que traían los respectivos periódicos, ya que para entonces yo ya tenía mis ejemplares de El Mundo y de ABC. Me encontraba ante un miembro de la secta. Ya conocía a alguno, pero nunca había encontrado un ejemplar tan genuino como éste. Era un producto de la marca Prisoe, rechace imitaciones. Es curioso cómo personas cultas y preparadas, viajadas y con mucha experiencia, son capaces de repetir sin desviarse un ápice la doctrina que emana del "periódico global en español".

Harto de escuchar a este producto de la factoría Cebrián defender las bondades del socialismo estructuralista y falsamente racionalista, me propuse rebatir cada uno de los argumentos que él hiciera y con los que no estaba de acuerdo.

- Aznar era un malvado, una mala persona (él le había conocido) y no era un tipo brillante ya que había llegado al poder por unas circunstancias especiales de crisis en su partido y de crisis en el gobierno socialista, dijo.
- Zapatero, no sé si es un malvado, porque no le conozco, pero lo parece -respondí yo. Y creo que también llegó al poder por unas circunstancias especiales en su partido, apoyado por Maragall, y por un atentado terrorista que nadie sabe todavía quién cometió.
- Aznar era un idiota y no decía más que tonterías propias de una persona que se cree culta, pero que no lo es.
- ¿Más tonterías de las que dice Zapatero? No puede ser. Aznar podría decir tonterías en privado, lo cual como no le conocía, no puedo decir. Lo que sí sé es que Zapatero dice gran cantidad de tonterías en público. Es más, Aznar fue un gran gobernante que sacó a España de la crisis económica y moral en la que la había dejado el PSOE -dije yo.
- No, Solbes ya había dejado las bases de la recuperación. Y el buen gobierno del PP no fue cosa de Aznar, sino Rato y otros de su equipo.
- A ver cómo nos salva Solbes de la crisis económica en la que nos ha metido con su inacción y su cesión al incremento de gasto público que su jefe está provocando.
- La crisis es internacional y la ha provocado el capitalismo salvaje norteamericano -dijo sin ruborizarse.
- Por eso España ha crecido menos que la media europea en el primer trimestre. Será por la crisis financiera norteamericana -le dij, mostrándole la noticia del bajo crecimiento de la economía española en este primer trimestre.

Ya en este momento yo estaba decidido a no dejarle pasar ni una al profesor. Y no porque me guste discutir con un extraño sobre temas de política, ni porque tuviera ganas de hablar con aquel hombre. Sin embargo, cada vez más, creo que es necesario defender las propias opiniones y que esas gentes no vayan por el mundo dando lecciones con su supuesta superioridad moral y que entiendan que hay gente, tan preparada como ellos, o más (modestia aparte), que piensa diferente, que tiene más información y que es capaz de rebatirles sus puntos de vista, incluso defendiendo a apestados como Aznar frente al pensamiento único. Creo que el hombre estaba estupefacto y no creía que pudiera existir alguien que rebatiera los dogmas sagrados de la secta.

Durante la cena siguió la animada conversación:
- Dice aquí en El País que El Mundo se quiere cargar a Rajoy. Pedro J. es un malvado que quiere manejar el PP y ahora Rajoy ya no sirve. Es más, lo hace de forma cruel y con saña.
- Es la opinión de un periodista que firma sus artículos -respondí-, no como El País que se cargó a Borrell con unas informaciones intencionadas sobre unos hechos que habían ocurrido bastantes años antes cuando era ministro de Hacienda. Y Cebrián también se cargó a Redondo Terreros, creo recordar.

Hablando del desastre del ciclón de Birmania y de sus viajes por el sudeste asiático, celebró la excelente situación de Vietnam (?) y del genocidio camboyano, me dijo:
- La política exterior norteamericana es un desastre.
- Sí -repliqué yo. Sin embargo, la política exterior soviética fue maravillosa. Sumió a la población de muchos países en el infierno comunista y les condenó a la pobreza por muchas décadas.

Hablando de la corrupción política, le tuve que recordar los casos de corrupción bajo los gobiernos de Felipe. Y los que no se conocieron públicamente, pero existieron. Lo que me confirmó que aquel hombre era un estúpido, a pesar de toda su formación y bagaje fue su afirmación de que Felipe González no sabía nada de la corrupción y que se desengañó de tanta gente que traicionó su confianza.

Luego el hombre me confesó que había sido Consejero de Obras Públicas de la Comunidad Valenciana, con el PSOE, claro, y luego Secretario de Estado en el último gobierno de Felipe. Por lo menos, este hombre parece honrado y, a pesar de haber tenido un cierto poder, mo parece que se haya enriquecido, pensé.

Por suerte, allí terminó la cena y nos dispusimos a dormir, cada uno mirando para un lado.

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