Hoy he viajado a Brasil a una reunión con un cliente y, como siempre, en estas ocasiones, he leído todos los periódicos que he podido. En diez horas de viaje, además de trabajar el doble de concentrado que en la oficina, hay tiempo para leer varios periódicos, libros y ver alguna película.
Bien, sigue la polémica pepera, y cómo no todo el mundo toma partido en la batalla entre los supuestos renovadores del fósil Rajoy y los supuestos fósiles de los renovadores Aguirre y cía. El País, por supuesto toma partido por Rajoy y asocia a María San Gil con "el ala dura", según crónica de Carlos Cué:
Pero sobre todo es heredera política de Jaime Mayor Oreja, y pertenece al ala dura del PP, el grupo de dirigentes que reivindican que el partido debe mantener sus esencias y concentrarse en asuntos como la unidad de España, la lucha por la libertad en el País Vasco y el combate ideológico con los nacionalistas, cuyos objetivos asimilan a los de ETA.
En ese ala dura del PP, dominada en los últimos años por Esperanza Aguirre, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, y representada en los medios por la Cope y El Mundo, se está extendiendo cada vez más la idea de que Rajoy, inspirado por su rasputín, Pedro Arriola, ha decidido cambiar la línea del PP para suavizar su imagen y acercarse a los nacionalistas, imprescindibles para gobernar y sobre todo para evitar la imagen de soledad que tanto daño le ha hecho al PP en Cataluña y el País Vasco, las dos comunidades donde el partido ha obtenido los peores resultados.
En ese ala dura del PP, dominada en los últimos años por Esperanza Aguirre, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, y representada en los medios por la Cope y El Mundo, se está extendiendo cada vez más la idea de que Rajoy, inspirado por su rasputín, Pedro Arriola, ha decidido cambiar la línea del PP para suavizar su imagen y acercarse a los nacionalistas, imprescindibles para gobernar y sobre todo para evitar la imagen de soledad que tanto daño le ha hecho al PP en Cataluña y el País Vasco, las dos comunidades donde el partido ha obtenido los peores resultados.
Miguel Ángel Aguilar viene a decir lo mismo, más o menos. Es decir, ha habido consigna en Prisa y el mensaje es "ala dura". Y, por último, Fernando Garea dice que el PP sigue haciendo la misma oposición que la legislatura pasada y que está solo en el Parlamento:
Se dice que María San Gil abandona la ponencia política porque en ella se defiende la búsqueda del final del aislamiento político del PP, pero hoy su partido puede tener el único apoyo de Rosa Díez (UPyD) y el rechazo frontal de todos los demás partidos. Especialmente, su texto será rechazado por los nacionalistas, junto con el PSOE.
La proposición no de ley habla del uso del castellano en las autonomías con lenguas cooficiales y de la igualdad de derechos de todos los ciudadanos en todas las comunidades, en la línea con las posiciones que ha mantenido el PP en la anterior legislatura. Es decir, mantendrá la política territorial como objetivo prioritario de oposición.
La proposición no de ley habla del uso del castellano en las autonomías con lenguas cooficiales y de la igualdad de derechos de todos los ciudadanos en todas las comunidades, en la línea con las posiciones que ha mantenido el PP en la anterior legislatura. Es decir, mantendrá la política territorial como objetivo prioritario de oposición.
En ABC, las cosas están más repartidas. En cuanto al criterio estratégico, lo tienen claro en el editorial:
Por otro lado, en cuanto a la cuestión de fondo, el PP no puede plantearse -y Rajoy no lo ha planteado- un acercamiento a los nacionalismos más radicales de la democracia, como son los que existen actualmente en el País Vasco y Cataluña. Sería un error que el PP se alineara con la idea de que sin nacionalistas no puede gobernar y despreciara el argumento contrario: el de que si los nacionalistas no se moderan, no podrán contar con el PP y quedarán a expensas del PSOE, como ha sucedido en Cataluña con CiU. Hay límites en el PP que ninguna redefinición de estrategias puede franquear. Y uno de ellos es el pacto con nacionalismos separatistas. La propia historia del PP da razones para no entrar en especulaciones con los nacionalistas. Ahora es fundamental para los populares construir un discurso acorde con su naturaleza de partido nacional, capaz de atraer y movilizar a ciudadanos que votan nacionalismo por inercia o que eligen al PSOE como segunda opción electoral.
Pero ya empiezan a asomar las voces contra la inacción de Rajoy. Ignacio Camacho, veladamente:
Da la sensación, sin embargo, de que su agobio ante la posibilidad de ver despreciada su combativa dedicación antinacionalista ha podido caer en un vacío de incomprensiones, y que en su alarmada preocupación ha encontrado demasiadas puertas cerradas y demasiados teléfonos fuera de cobertura. Y esto es lo inadmisible, lo incongruente, lo lamentable, más allá de la razón de fondo que pueda o no asistir su queja: que una referencia esencial, un activo tan valioso, un emblema tan caracterizado como el que representa esta mujer intachable pueda quedarse con la impresión de haber sido desoída, inatendida o hasta maltratada por el silencio, la indiferencia o la apatía de una cúpula ensimismada y ausente.
Martín Ferrand, sin contemplaciones: "La decadencia del PP, tremenda y acelerada, no está fatalmente predeterminada. Arranca de las varias veces demostrada incapacidad de Rajoy para enfrentarse a los desafíos que se le presentan. La astucia, y menos aún cuando se la entiende como dejación, no es nunca una herramienta política para el éxito."
Fuera del lío del PP me ha gustado la columan de Edurne Uriarte en ABC.
Con su inagotable y provocadora genialidad, Albert Boadella describía a Els Joglars en El Cultural como una empresa de Taiwan que hace allí los calcetines pero no vende ni uno solo en Taiwan. Es un problema comercial común a todos los ciudadanos reacios a la socialización nacionalista en Cataluña o en el País Vasco, que no vendemos un calcetín allí donde tenemos localizada la empresa. Fabrico parte de mis calcetines en mi Taiwan del norte, este artículo, sin ir más lejos, pero cosecho un estrepitoso fracaso en el mercado interior.
Los calcetines pueden haber alcanzado hechuras de concurso de diseño, pero no hay manera de superar el problema de la marca. O sea, yo misma. Y eso no se arregla como lo de la muñeca Nancy en los países musulmanes, colocándole un velo y hasta un burka, si es menester. No es Nancy el problema. Tampoco el calcetín. Lo son los fabricantes de las mercancías. Ya puedes hacer unos calcetines con el árbol de Gernika de estampado, que no conseguirás un cliente. Lo que es comprensible porque los clientes son ante todo prácticos y no quieren pasarse el día disimulando la marca de sus calcetines.
Es la gran diferencia entre los nacionalismos vasco y catalán y el español. Éste último también existe, por supuesto. Pero no es igual que los otros como a algunos tanto les gustaría para hacer su vida más simple. El español es abierto y plural. No expulsa sino que atrae, integra, absorbe. En ese mercado, vendes cualquier calcetín. Hay clientes para todos los estilos. De ahí la deslocalización de empresas en nuestros Taiwanes en busca de un mercado libre y abierto para sus sufridos calcetines.
De El Mundo no puedo enlazar nada, pues los artículos son sólo para suscriptores.
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