Excelente artículo de Arcadi Espada en El Mundo del viernes.
Un buen número, aunque minoritario, de españoles tienen convicciones que son incompatibles con un Gobierno que dependa de los nacionalistas. Esto es así por razones políticas. Pero también por razones morales que se explican con miles de ejemplos. El último de anteayer: aun a cadáver caliente, el presidente de la autonomía vasca, Juan José Ibarretxe, dijo: “La ciudadanía está realmente asqueada, hasta el gorro, de la violencia de ETA; eso es verdad, pero también de las dificultades de quienes tenemos responsabilidades para buscar caminos, alcanzar la paz y acuerdos políticos para decidir nuestro futuro”. ¿Es posible gobernar con esa coloquialidad abyecta que anuncia que se ha llegado al límite… del gorro. Pero, en especial: ¿es posible gobernar con esa adversativa, con ese pero inicuo, con ese temporizador? Sí, es posible. Lo hace el PSOE y lo hizo el PP. Y cada uno con millones de españoles detrás, que conocen la adversativa y que no pueden fingir ignorancia ni engaño de lo que significa gobernar con los nacionalistas, por más que a los nacionalistas y a sus repugnantes retóricas nunca se les marque con el hierro infamante de la voluntad de crispar.
Es posible que haya personas en el PP dispuestas a no compartir ni un día más el subsuelo moral de la política con los nacionalistas; personas capaces de renunciar por ahora al poder, es decir, a rebelarse contra lo que dicta la propia naturaleza de un partido político y preparadas para soportar la posibilidad de una larga glaciación. Es decir, dispuestas a iniciar una renovación verdadera de la política del Partido Popular. Pero si existen y su estrategia triunfa no supondrá, contra lo que dice María San Gil, la recuperación de la esencia ni otras zarandajas: será la revolución más profunda, valiente e improbable que haya sufrido un partido político desde el inicio de la transición española.
Efectivamente, así pensamos muchos españoles. Y todavía entendemos menos que se pueda incluso pensar en acercarse a los nacionalistas catalanes o vascos. El gran problema del desarrollo de la Constitución del 78 y del Estado de las Autonomías es la gran deslealtad de estos dos partidos con la nación española de la que emanan sus estatutos.
1 comentario:
Cada intervención de Ibarreche causa una repugnancia sin límites.
Su rictus compungido hipócrita multiplica exponecialmente la abyección de su conducta. Que asco.
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