domingo, 6 de marzo de 2011

Ejemplaridad pública

Hace tiempo que los políticos dejaron de ser ejemplo de comportamiento recto y consecuente. Estos días, con la guerra civil en Libia, artistas, académicos y otras personas que han tenido relación con el régimen libio en el pasado, han devuelto los honorarios percibidos o directamente han dimitido de sus cargos por haber compartido mesa y mantel con el dictador Gadafi. Así, Beyoncé, Nelly Furtado, Mariah Carey o el director de la London School of Economics han demostrado que tienen una cierta dignidad al verse mezclados con un personaje que es capaz de masacrar a su propio pueblo que protesta en las calles. Un poco tarde, porque Gadafi ha sido uno de los terroristas que más han azotado a los países occidentales.

Sin embargo, ningún político ha entonado ningún mea culpa por haber tenido relaciones diplomáticas con semejante tipejo. Algunos, como Aznar, tan amigo de los americanos, no tuvieron empacho en aceptar un caballo como regalo del sátrapa norteafricano.


Algunos de estos ya no gobiernan, pero a otros se les hincha la boca de democracia, mientras los dirigentes con los que se fotografían ufanos masacran a sus pueblos.








Incluso Obama, rompiendo una larga tradición de presidentes norteamericanos le ha estrechado la mano a Gadafi y con una sonrisa en la boca. Se olvidó de sus compatriotas muertos en el cielo de Lockerbie.

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