Parece que algo de violencia sí hubo contra los soldados israelíes. Eso no justifica la muerte de los nueve "activistas", pero que tampoco nos vendan la burra de los angelicales defensores de la humanidad palestina.
El diario turco Hurriet publica fotos con algunos signos de violencia.
Parece que a los de Reuters no les gustaban las fotos del todo y las retocaron convenientemente.
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martes, 8 de junio de 2010
sábado, 5 de junio de 2010
Flotilla pacifista
Semana de viajes varios, primero en Sudáfrica y luego en Inglaterra: Cambridge, Stratford-upon-Avon, Salisbury. Un recorrido más por la campiña inglesa. Hoy, en el camino desde Huntingdon, ciudad que data de 1205 y donde nació Cromwell, hacia el oeste, a Stratford, y antes de llegar a Kettering, hemos visitado el magnífico castillo de los Ashby. No es una más de entre las grandes mansiones que se encuentran en la campiña inglesa. Sobresale la iglesia del siglo XIII dedicada a Santa María Magdalena y los jardines. Desgraciadamente, el castillo está vedado para los visitantes. A los dueños no les hace falta compartir su palacio con el vulgo para sufragar el mantenimiento del lugar.
Los viajes me han impedido actualizar el blog y apenas he tenido tiempo tampoco de leer la prensa. Lo más destacado de estos días es el incidente del otro día en el que los israelíes abordaron un barco turco que intentaba burlar el bloqueo marítiimo a Gaza y que habían muerto unos cuantos "pacifistas" en el intento. Mal para Israel, por la pérdida de imagen que significa en este mundo dominado por los zapateros que en el mundo son.
El miércoles El Mundo, que en su editorial soltaba vitriolo antiisraelí, traía sendos artículos de David Gistau y de Salvador Sostres que daban el contrapunto al editorialista (¿infiltrado de Público o a sueldo de La Gaceta?). Este último:
No fue un ataque, fue una defensa. No era una misión humanitaria, era propaganda. No fue un crimen, fue un incIdente. No era la 'Flotilla de la Libertad', era un panfleto de Hamas. Israel no tiene que ser proporcional a la hora de defenderse, tiene que ganar. Israel no tiene que caer simpática, tiene que sobrevivir. No eran aguas internacionales, eran aguas bajo una jurisdicción especial en las que Israel tiene derecho a defenderse.
Aprovechando que estoy en Inglaterra, ayer leí en el Daily Telegraph un interesante comentario en el que dice que la culpa de esta situación es Israel. No, como no se cansan de repetir estos "turistas de la paz" porque Israel se parezca a los nazis o al apartheid, sino porque no ha sido capaz de contarle al mundo quiénes son los que integran estas flotillas de la paz. Y es verdad que Israel pierde la batalla en los medios de comunicación, como bien saben los terroristas de Hamás y de Hizbollah:
The failure, above all, is in what is now called (see last week’s column) “the battle of the narratives”. I am grateful to the latest Joint Doctrine Publication promulgated by our Chiefs of Staff (Security and Stabilisation: The Military Contribution) for two telling quotations. One is from the Principles of War, drawn up by Hezbollah, Hamas’s murderous cousins in the Lebanon. One principle states: ''The media has innumerable guns whose hits are like bullets. Use them in battle.’’ The other is from General Keightley, who commanded the ill-fated British operation in the Suez crisis in 1956. ''The one overriding lesson of the Suez operation,’’ he said, ''is that world opinion is now an absolute principle… and must be treated as such.’’
Y ahora ya sabemos de qué lado está Turquía, ese "aliado" de la OTAN y candidato a colarse en la UE.
Los viajes me han impedido actualizar el blog y apenas he tenido tiempo tampoco de leer la prensa. Lo más destacado de estos días es el incidente del otro día en el que los israelíes abordaron un barco turco que intentaba burlar el bloqueo marítiimo a Gaza y que habían muerto unos cuantos "pacifistas" en el intento. Mal para Israel, por la pérdida de imagen que significa en este mundo dominado por los zapateros que en el mundo son.
El miércoles El Mundo, que en su editorial soltaba vitriolo antiisraelí, traía sendos artículos de David Gistau y de Salvador Sostres que daban el contrapunto al editorialista (¿infiltrado de Público o a sueldo de La Gaceta?). Este último:
No fue un ataque, fue una defensa. No era una misión humanitaria, era propaganda. No fue un crimen, fue un incIdente. No era la 'Flotilla de la Libertad', era un panfleto de Hamas. Israel no tiene que ser proporcional a la hora de defenderse, tiene que ganar. Israel no tiene que caer simpática, tiene que sobrevivir. No eran aguas internacionales, eran aguas bajo una jurisdicción especial en las que Israel tiene derecho a defenderse.
Aprovechando que estoy en Inglaterra, ayer leí en el Daily Telegraph un interesante comentario en el que dice que la culpa de esta situación es Israel. No, como no se cansan de repetir estos "turistas de la paz" porque Israel se parezca a los nazis o al apartheid, sino porque no ha sido capaz de contarle al mundo quiénes son los que integran estas flotillas de la paz. Y es verdad que Israel pierde la batalla en los medios de comunicación, como bien saben los terroristas de Hamás y de Hizbollah:
The failure, above all, is in what is now called (see last week’s column) “the battle of the narratives”. I am grateful to the latest Joint Doctrine Publication promulgated by our Chiefs of Staff (Security and Stabilisation: The Military Contribution) for two telling quotations. One is from the Principles of War, drawn up by Hezbollah, Hamas’s murderous cousins in the Lebanon. One principle states: ''The media has innumerable guns whose hits are like bullets. Use them in battle.’’ The other is from General Keightley, who commanded the ill-fated British operation in the Suez crisis in 1956. ''The one overriding lesson of the Suez operation,’’ he said, ''is that world opinion is now an absolute principle… and must be treated as such.’’
Y ahora ya sabemos de qué lado está Turquía, ese "aliado" de la OTAN y candidato a colarse en la UE.
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Israel
martes, 29 de septiembre de 2009
Netanyahu en la ONU
Contundente discurso de Netanyahu en la ONU.
Aquí la transcripción:
Sr. Presidente, Damas y Caballeros,
Hace cerca de 62 años, las Naciones Unidas reconocieron el derecho de los judíos, un antiguo pueblo de 3.500 años de edad, de tener un estado propio en su patria ancestral.
Hoy estoy aquí como el Primer Ministro de Israel, el estado judío, y les hablo en nombre de mi país y mi pueblo.
Las Naciones Unidas fue fundada después de la carnicería de la 2ª Guerra Mundial y los horrores del Holocausto. Se le encomendó la prevención de la recurrencia de tales horrendos eventos.
Nada ha minado esa misión central más que el sistemático asalto a la verdad. Ayer, el Presidente de Irán estuvo en este mismo podio, vomitando su último despropósito antisemita. Sólo hace unos pocos días, nuevamente alegó que el Holocausto es una mentira.
El mes pasado, fui a una villa en un suburbio de Berlín llamado Wannsee. Ahí, el 20 de enero de 1942, después de una buena comida, importantes funcionarios nazis se reunieron y decidieron cómo exterminar al pueblo judío. Las detalladas actas de esa reunión han sido preservadas por sucesivos gobiernos alemanes. Aquí está una copia de esas actas, en las cuales los nazis expidieron instrucciones precisas de cómo llevar a cabo la exterminación de los judíos. ¿Es esto una mentira?
Un día antes de que estuviera en Wannsee, en Berlín me dieron los planos de construcción originales del campo de concentración Auschwitz-Birkenau. Esos planos están firmados por el propio Heinrich Himmler, vice de Hitler. Aquí está una copia de los planos para Auschwitz-Birkenau, donde un millón de judíos fueron asesinados. ¿Esto también es una mentira?
Este junio, el Presidente Obama visitó el campo de concentración de Buchenwald. ¿El Presidente Obama rindió tributo a una mentira?
¿Y que hay con los sobrevivientes de Auschwitz cuyos brazos llevan todavía marcados en ellos los números tatuados por los nazis? ¿Esos tatuajes son mentiras? Un tercio de todos los judíos perecieron en la conflagración. Casi cada familia judía fue afectada, incluyendo la mía. Los abuelos de mi esposa, dos hermanas y tres hermanos de su padre, y todas sus tías, tíos y primos, todos fueron asesinados por los nazis. ¿Eso también es una mentira?
Ayer, el hombre que denomina al Holocausto una mentira, habló desde este podio. Para aquellos que rehusaron venir y para aquellos que abandonaron esta sala en protesta, mis elogios. Se erigieron en aras de una claridad moral y llevaron honor a sus países.
Pero aquellos que prestaron oídos a este negador del Holocausto les digo, en nombre de mi pueblo, el pueblo judío, y de los pueblos decentes de todas partes: ¿No tienen vergüenza? ¿No tienen decencia?
Sólo seis décadas después del Holocausto, le dan legitimidad a un hombre que niega que el asesinato de seis millones de judíos tuviera lugar y promete borrar al estado judío.
¡Qué desgracia! ¡Qué burla a la carta de las Naciones Unidas! Quizás algunos de ustedes piense que este hombre y su odioso régimen amenaza sólo a los judíos. Están ustedes equivocados.
La historia nos muestra una y otra vez que lo que comienza con ataques a los judíos, finalmente termina envolviendo a muchos otros.
Este régimen iraní está alimentado por un extremo fundamentalismo que apareció en la escena mundial hace tres décadas, después de mantenerse dormido durante siglos. En los pasados treinta años, este fanatismo ha barrido al globo con violencia asesina y con una imparcial sangre fría en la elección de sus víctimas. De forma cruel mató salvajemente a musulmanes y cristianos, a judíos e hindúes, y a muchos otros. Aunque compuesto por diferentes ramas, los adherentes a este nada indulgente credo, buscan retrotraer a la humanidad a los tiempos medievales.
Ahí donde pueden, imponen una atrasada sociedad regimentada, donde las mujeres, las minorías, los homosexuales o cualquiera no considerado como un verdadero creyente, es brutalmente subyugado. La lucha contra este fanatismo no enfrenta fe contra fe ni civilización contra civilización.
Enfrenta a la civilización contra la barbarie, el siglo XXI contra el siglo IX, a aquellos que santifican la vida contra aquellos que glorifican la muerte.
Aquí la transcripción:
Sr. Presidente, Damas y Caballeros,
Hace cerca de 62 años, las Naciones Unidas reconocieron el derecho de los judíos, un antiguo pueblo de 3.500 años de edad, de tener un estado propio en su patria ancestral.
Hoy estoy aquí como el Primer Ministro de Israel, el estado judío, y les hablo en nombre de mi país y mi pueblo.
Las Naciones Unidas fue fundada después de la carnicería de la 2ª Guerra Mundial y los horrores del Holocausto. Se le encomendó la prevención de la recurrencia de tales horrendos eventos.
Nada ha minado esa misión central más que el sistemático asalto a la verdad. Ayer, el Presidente de Irán estuvo en este mismo podio, vomitando su último despropósito antisemita. Sólo hace unos pocos días, nuevamente alegó que el Holocausto es una mentira.
El mes pasado, fui a una villa en un suburbio de Berlín llamado Wannsee. Ahí, el 20 de enero de 1942, después de una buena comida, importantes funcionarios nazis se reunieron y decidieron cómo exterminar al pueblo judío. Las detalladas actas de esa reunión han sido preservadas por sucesivos gobiernos alemanes. Aquí está una copia de esas actas, en las cuales los nazis expidieron instrucciones precisas de cómo llevar a cabo la exterminación de los judíos. ¿Es esto una mentira?
Un día antes de que estuviera en Wannsee, en Berlín me dieron los planos de construcción originales del campo de concentración Auschwitz-Birkenau. Esos planos están firmados por el propio Heinrich Himmler, vice de Hitler. Aquí está una copia de los planos para Auschwitz-Birkenau, donde un millón de judíos fueron asesinados. ¿Esto también es una mentira?
Este junio, el Presidente Obama visitó el campo de concentración de Buchenwald. ¿El Presidente Obama rindió tributo a una mentira?
¿Y que hay con los sobrevivientes de Auschwitz cuyos brazos llevan todavía marcados en ellos los números tatuados por los nazis? ¿Esos tatuajes son mentiras? Un tercio de todos los judíos perecieron en la conflagración. Casi cada familia judía fue afectada, incluyendo la mía. Los abuelos de mi esposa, dos hermanas y tres hermanos de su padre, y todas sus tías, tíos y primos, todos fueron asesinados por los nazis. ¿Eso también es una mentira?
Ayer, el hombre que denomina al Holocausto una mentira, habló desde este podio. Para aquellos que rehusaron venir y para aquellos que abandonaron esta sala en protesta, mis elogios. Se erigieron en aras de una claridad moral y llevaron honor a sus países.
Pero aquellos que prestaron oídos a este negador del Holocausto les digo, en nombre de mi pueblo, el pueblo judío, y de los pueblos decentes de todas partes: ¿No tienen vergüenza? ¿No tienen decencia?
Sólo seis décadas después del Holocausto, le dan legitimidad a un hombre que niega que el asesinato de seis millones de judíos tuviera lugar y promete borrar al estado judío.
¡Qué desgracia! ¡Qué burla a la carta de las Naciones Unidas! Quizás algunos de ustedes piense que este hombre y su odioso régimen amenaza sólo a los judíos. Están ustedes equivocados.
La historia nos muestra una y otra vez que lo que comienza con ataques a los judíos, finalmente termina envolviendo a muchos otros.
Este régimen iraní está alimentado por un extremo fundamentalismo que apareció en la escena mundial hace tres décadas, después de mantenerse dormido durante siglos. En los pasados treinta años, este fanatismo ha barrido al globo con violencia asesina y con una imparcial sangre fría en la elección de sus víctimas. De forma cruel mató salvajemente a musulmanes y cristianos, a judíos e hindúes, y a muchos otros. Aunque compuesto por diferentes ramas, los adherentes a este nada indulgente credo, buscan retrotraer a la humanidad a los tiempos medievales.
Ahí donde pueden, imponen una atrasada sociedad regimentada, donde las mujeres, las minorías, los homosexuales o cualquiera no considerado como un verdadero creyente, es brutalmente subyugado. La lucha contra este fanatismo no enfrenta fe contra fe ni civilización contra civilización.
Enfrenta a la civilización contra la barbarie, el siglo XXI contra el siglo IX, a aquellos que santifican la vida contra aquellos que glorifican la muerte.
sábado, 17 de enero de 2009
Imperativo ético
Nuestros "inteletuales" tienen un imperativo ético en su defensa de los palestinos, sean éstos terroristas o no. Salen con sus banderas rojas y sus hoces y martillos, o incluso con pistolas, al lado del Consejero de Interior de la Generalidad de Cataluña, a denunciar a Israel por el genocidio.
¿Su ética no les ordenaba salir a protestar por: Darfur, Somalia, Chechenia, y tantos otros sitios donde se ha matado a la gente, no por cientos, sino por cientos de miles?
Bernard-Henry Levy:
¿Dónde estaban estos manifestantes, cuando se trataba de salvar, no ya a 888, sino a los 300.000 muertos de las matanzas programadas de Darfur? ¿Por qué nunca salieron a la calle cuando Putin arrasaba Grozni y transformaba a decenas de miles de chechenos en gavillas humanas y en carne de cañón? ¿Por qué se callaron, cuando, un poco antes, durante años interminables y, esta vez en el propio corazón de Europa, se exterminó a 200.000 bosnios, cuyo único crimen era haber nacido musulmanes? Parece que hay gente para la que el buen musulmán sólo es el que está en guerra contra Israel. Más aún, he aquí a los nuevos adeptos del viejo «dos pesos, dos medidas», que sólo se preocupan del sufrimiento musulmán cuando se creen autorizados a imputárselo a los judíos. El autor de estas líneas encabezó la movilización en pro de los habitantes de Darfur, de los de Chechenia y de los de Bosnia. Además, apuesta, desde hace cuarenta años, por un Estado palestino viable, al lado del Estado de Israel. Aunque sólo sea por eso, se le permitirá que considere este tipo de actitudes como algo repugnante y frívolo a la vez.
¿Su ética no les ordenaba salir a protestar por: Darfur, Somalia, Chechenia, y tantos otros sitios donde se ha matado a la gente, no por cientos, sino por cientos de miles?
Bernard-Henry Levy:
¿Dónde estaban estos manifestantes, cuando se trataba de salvar, no ya a 888, sino a los 300.000 muertos de las matanzas programadas de Darfur? ¿Por qué nunca salieron a la calle cuando Putin arrasaba Grozni y transformaba a decenas de miles de chechenos en gavillas humanas y en carne de cañón? ¿Por qué se callaron, cuando, un poco antes, durante años interminables y, esta vez en el propio corazón de Europa, se exterminó a 200.000 bosnios, cuyo único crimen era haber nacido musulmanes? Parece que hay gente para la que el buen musulmán sólo es el que está en guerra contra Israel. Más aún, he aquí a los nuevos adeptos del viejo «dos pesos, dos medidas», que sólo se preocupan del sufrimiento musulmán cuando se creen autorizados a imputárselo a los judíos. El autor de estas líneas encabezó la movilización en pro de los habitantes de Darfur, de los de Chechenia y de los de Bosnia. Además, apuesta, desde hace cuarenta años, por un Estado palestino viable, al lado del Estado de Israel. Aunque sólo sea por eso, se le permitirá que considere este tipo de actitudes como algo repugnante y frívolo a la vez.
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