Aquí va un anticipo.





Klipspruit, el primer "township" de los que constituyen el actual Soweto fue fundado en 1904. Los townships se establecieron para albergar a los negros que trabajaban en las minas y otras industrias en Johannesburgo, fuera del centro de la ciudad. El centro de la ciudad estaba reservado para que lo ocuparan los blancos.
Fue en los años 50 cuando se hicieron las reubicaciones masivas de la población negra de los barrios céntricos y en 1963 fue cuando se adoptó el nombre de Soweto. Soweto creció muy rápido a partir de entonces, aunque de una forma desordenada. El gran flujo de inmigrantes del campo a la ciudad en busca de trabajo aceleró el crecimiento de estos guetos alrededor de Johannesburgo, la ciudad del oro. Paseando por las calles de Soweto en la actualidad es muy difícil imaginar lo que debió ser esto hace no más de 20 años. Está bien urbanizado, es pobre pero no es cochambroso y las casas se ven razonablemente cuidadas. Supongo que vi lo más presentable de Soweto y que el chófer no me llevó a los sitios más pobres y conflictivos, que seguro que los hay.
En Soweto, además del memorial a Hector Pietersen, está la casa de Mandela y la de Desmond Tutu. Comí en un restaurante en la zona donde se encuentran éstas una comida típica sudafricana. Tripa de vaca, cordero, arroz y verdura. La tripa de vaca sabía muy fuerte. Era como si uno se metía un establo en la boca. El estofado no había suavizado el tremendo sabor a vaca. El cordero, como diría un amigo mío, no era el cordero, sino su abuelo. El típico cordero viejo con sabor a lana. En definitiva, una comida tremendamente fuerte. El chófer se zampó un plato rebosante de todos estos comistrajos que yo apenas comí para satisfacer el apetito que tenía a esas horas.
Hace unos días leí una noticia que ilustra perfectamente esta obsesión. El titular, en primera página de uno de los periódicos locales que he comprado en este viaje, decía: “Gym class injuries rise by 150 percent”. Es decir, que las lesiones en las clases de gimnasia habían aumentado un 150% ente 1997 y 2007. Los niños se chocan con estructuras metálicas, las canastas de baloncesto, se supone, o se hacen heridas en las rodillas. La niñas son más propensas a desmayos, golpes de calor y cosas así, menos violentas y cruentas que los niños. Las causas que había descubierto el estudio eran que había más niños en las clases o que había menos cuidadores, que es la misma causa, en realidad. Y, lógicamente, la solución es que el Gobierno aumente los recursos en las escuelas para evitar tantos accidentes. Aquí también la prensa presiona para que el Estado resuelva todos los problemas. ¿Qué tal decirles a los niños que tengan cuidado?