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sábado, 9 de abril de 2011

Más ideas para Rajoy

El jueves estuve en Londres y tuve la ocasión de leer el periódico inglés. Parece que el gobierno de conservadores y liberaldemócratas se ha propuesto reducir el número de normas que regulan la vida de los británicos. Quieren derogar más de 21.000 normas.

Me sorprendió el tipo de normas que existen en Inglaterra. Según el periódico hay una norma que dicta el tipo de música que pueden poner las camioneta de venta de helados.

"But it is hard to believe that we need government regulations on issues such as ice cream van musical jingles. That's why I want us to be the first government in modern history to leave office having reduced the overall burden of regulation, rather than increasing it."

Esta sería una buena iniciativa que poner en marcha en España. Simplificación y homogeneización de normas. Que lo apunte Rajoy.

jueves, 7 de abril de 2011

La falacia del vidrio roto

En los comienzos del blog, hace unos cuatro años, glosé algunos de los ensayos de Frederic Bastiat y en particular la falacia del vidrio roto, bien ilustrada en vídeo.





Vía Fábregas

martes, 8 de marzo de 2011

Día Internacional de la Mujer


Muy acertado el artículo de María Blanco:

...la mayoría de las mujeres sonríen encantadas cuando les felicitan en "su día" y se entretienen recordando lo malo que es la llamada violencia de género, lo maravillosas que somos las mujeres, las diferencias salariales y que no hay mujeres en puestos directivos. Juegos infantiles.

La violencia es mala cuando no es en defensa propia, tanto si el agredido es un hombre como si es una mujer. Y si hay más violencia hacia las mujeres es, entre otras cosas, porque nuestras madres y padres no nos enseñan a defendernos y nuestros gobernantes se aseguran de que no lo hagamos. Si tu pareja te pega, denuncia. ¿A quién? ¿A una justicia que hace años nos da miles de razones para dudar de su eficiencia? No, primero, defiéndete, si sabes y ves la oportunidad. Y eso implica aprender a nivelar la diferencia física entre hombres y mujeres, lo que es posible gracias a la libertad de armas.

No hay mujeres en puestos directivos. ¿Y qué? ¿Hay una confabulación de hombres para que no asciendan las mujeres? ¿Y la solución es crear leyes que obliguen a los hombres a ceder puestos directivos? Los datos dicen que es al revés, las cuotas aseguran que las minorías sigan siéndolo. Los estudiantes afro-americanos que estudiaron en grandes universidades americanas por "cuota" salieron peor preparados porque se era condescendiente con ellos, y engrosaban las filas del paro.

¿Por qué no hay más mujeres empresarias? Porque hay que arriesgar. Pues a lo mejor el problema (si es que es un problema) es que la mujer es más conservadora, dedica su tiempo a cosas diferentes que el hombre y tiene otra escala de valores. ¿Ser jefe es lo más importante? Pues que la que quiera, que arriesgue y monte su empresa. La solución de dar ayudas a mujeres empresarias por el mero hecho de ser mujer perpetúa la diferencia, la cristaliza y deja a la mujer a expensas de que el gobernante (hombre o mujer) le dé la ayuda o no.

jueves, 24 de febrero de 2011

Anarquista monárquico

Ussía en La Razón:

Una España sin Gobierno, incluso sin Gobierno socialista, es impensable. Se haría añicos en unos pocos días. El Escorial se independizaría de San Lorenzo en menos de una semana, y Elda de Petrel, y Vilanova de La Geltrú. Pero sería una experiencia interesante. Una nación con tres mil naciones sólo unida por la Corona, Las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y «El Corte Inglés». La Policía Nacional se disolvería en beneficio de las policías locales. Impuestos al gusto del contribuyente, lo cual significaría un cambio importante en nuestra calidad de vida. Mejor tres mil Haciendas pícaras que una resueltamente ladrona, como la que sufrimos. Y tres mil parlamentos, tres mil federaciones de fútbol y tres mil representantes españoles en la Liga de Campeones, que pasaría a celebrarse cada diez años para dar tiempo a que se eliminaran nuestros equipos entre sí. ¿Que en Alcorcón se prohíbe fumar y en Móstoles se permite? Pues a comer en Móstoles. ¿Que en Alcobendas se autoriza aparcar en doble fila y en San Sebastián de los Reyes se sanciona? Todos los coches en Alcobendas. Porque eso es lo que haríamos los españoles si no tuviésemos un Gobierno, y vuelvo a repetirlo, hasta un malísimo Gobierno como el que ahora padecemos. De ahí que la admiración por Bélgica y los belgas sea, más que justificada, obligatoria.

Una sociedad que funciona sin que nadie la gobierne, es una sociedad civilizada y admirable. Bélgica ha inventado el anarquismo conservador, lo cual habrá molestado sobremanera a los confundidos recalcitrantes. En los 251 días que Bélgica ha funcionado sin Gobierno, ha crecido proporcionalmente lo mismo que España ha menguado con el Gobierno de Rodríguez. Ello significa, y se ha demostrado, que el vacío de poder es mucho más beneficioso para una nación moderna que el poder en manos de Rodríguez.

lunes, 21 de febrero de 2011

Anímate, Mariano

David Cameron ha anunciado en un artículo en el Telegraph que todos los servicios públicos serán provistos por el sector privado. Quizás en veinte años podamos ver algo así aquí. Antes tendremos que sufrir unos servicios penosos y caros, carísimos.

The idea at the heart of this – the Big Society – is about rebuilding responsibility and giving people more control over their lives. But that doesn't just apply in areas like volunteering. It's as relevant when it comes to public services and the decentralisation of power. Indeed, I would argue that our plans to devolve power from Whitehall, and to modernise public services, are more significant aspects of our Big Society agenda than the work we're doing to boost social action.
...

That's why we need a complete change, and that's what our White Paper will bring. The grip of state control will be released and power will be placed in people's hands. Professionals will see their discretion restored. There will be more freedom, more choice and more local control. Ours is a vision of open public services – and we will make it happen by advancing some key principles.

The most important is the principle of diversity. We will create a new presumption – backed up by new rights for public service users and a new system of independent adjudication – that public services should be open to a range of providers competing to offer a better service. Of course there are some areas – such as national security or the judiciary – where this wouldn't make sense. But everywhere else should be open to diversity; open to everyone who gets and values the importance of our public service ethos. This is a transformation: instead of having to justify why it makes sense to introduce competition in some public services – as we are now doing with schools and in the NHS – the state will have to justify why it should ever operate a monopoly.

No creo que en el PP tengan valor para proponer algo similar.

sábado, 19 de febrero de 2011

La diligencia

En este alegato que hace el banquero en la diligencia se encuentra buena parte del pensamiento capitalista y liberal en el sentido europeo. Sin embargo, John Ford pone las palabras en boca del personaje más odioso de la película, el banquero Gatewood, que huye con un dinero que no le pertenece. John Ford era un reconocido demócrata y con este alegato lo único que hace es ridiculizar el pensamiento de los republicanos y defender sus ideas. Una táctica muy usada para tergiversar las ideas del oponente. ¡Qué gran película! I can't get over the impertinence of that young lieutenant. I'll make it warm for that shake-tail! I'll report him to Washington - we pay taxes to the government and what do we get? Not even protection from the army! I don't know what the government is coming to. Instead of protecting businessmen, it pokes its nose into business! Why, they're even talking now about having *bank* examiners. As if we bankers don't know how to run our own banks! Why, at home I have a letter from a popinjay official saying they were going to inspect my books. I have a slogan that should be blazoned on every newspaper in this country: America for the Americans! The government must not interfere with business! Reduce taxes! Our national debt is something shocking. Over one billion dollars a year! What this country needs is a businessman for president!

martes, 8 de febrero de 2011

El fracaso del multiculturalismo

Llevo retraso en esto del blog. Esto lo oí hace días y no había podido colgarlo todavía.

Interesante, que después de tantos años, los británicos se den cuenta de su fracaso.

domingo, 6 de febrero de 2011

Mitos caídos


Leo en ABC que hoy habría cumplido cien años Ronald Reagan, uno de los dirigentes clave del s.XX. Él fue el que apretó el acelerador para provocar la caída de la URSS, incapaz de seguir la carrera armamentística. El lado humano de la resistencia lo puso el Papa Juan Pablo II y los movimientos cívicos y sindicales polacos que demostraron la decadencia del sistema.

Reagan es también famoso por ser el artífice de la revolución liberal en occidente, junto con Margaret Thatcher. Sin embargo, hoy mismo leo en Mises Insitute un artículo en el que demuestran que Reagan fue un fraude liberal. Todos sucumbimos a los tentáculos infinitos de la propaganda. Lo mejor es remitirse a los hechos, como hace el analista del Mises Institute.

During his eight years in office, Ronald Reagan increased federal spending by 53 percent, added a quarter of a million new civilian government employees, escalated the War on Drugs, created the "drug czar's office," and lowered the value of your 1980 dollar to 73 cents. His Republican successor, George Herbert Walker Bush, further increased taxes, further increased federal spending, and "managed to knock thirteen cents off the value of your dollar in just four years."

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Impredecible

Pasar estos días en EE.UU. me ha librado de varios malos tragos. El primero, presenciar lo que debió ser un ridículo del Real Madrid ante el Barcelona y después ahorrame el soniquete de "no somos Irlanda, está todo controlado, el PP es un antipatriota". Pero además, es interesane porque se puede enterar uno de cosas que en Madrid es difícil leer en la prensa, incluso en la más especializada. Nuestros periódicos económicos no pasan de ser anuncios por palabras con algo de opinión facilona.

Leo en el WSJ un interesante artículo sobre la continua búsqueda de un modelo que permita predecir el comportamiento de los agentes económicos y, de esta forma, llegar a definir políticas económicas que permitan asegurar la satisfacción de las necesidades sociales. Parece que los modelos en los que se ha empleado tanto tiempo y esfuerzo no han sido útiles a la hora de diseñar la políticas, como se está viendo estos dias. Ni los estímulos, ni el endeudamiento, ni nada de lo que han intentado los políticos ha servido. ¿Por qué? Porque los comportamientos de las personas no se pueden modelizar y la forma en que están trabajando nuestros políticos está basada en modelos inexactos.

The main flaw in the dominant models, he says, is the same feature that makes them so attractive to policy makers: Their ability to make precise predictions. To generate their predictions, the models assume that people, firms and other players always make decisions in the same way. The players must also share the same beliefs about the exact probabilities of various outcomes, such as a rise in car prices or tax rates.

"It's like socialist planning," says Mr. Frydman. "If we really knew that much, we could have Communism and God knows what." Capitalism works better than other systems, he says, because it lets people disagree about the future and profit from their insights—rational behavior that models don't accommodate.

Mr. Frydman doesn't offer a better way to make predictions. Rather, he believes economists and policy makers must come to terms with the limits of their knowledge.


En realidad, esto ya lo habían dicho von Mises y los economistas de la Escuela Austríaca. En el libro La acción humana von Mises introduce el concepto de catalaxia (Catalaxia o cataláctica es una teoría praxeológica acerca de la manera como el mercado fija los precios y los intercambios en un mecanismo de orden espontáneo, que normalmente ocurren sin necesidad de objetivos comunes ni planificados entre los actores económicos. Su objetivo es el análisis de todas las acciones basadas en cálculos monetarios y rastrear la formación de precios hasta el punto en el que el actor económico elige. Ella explica los precios de mercado como son, no como debiesen ser idealmente. Las leyes de la cataláctica no son juicios de valor, pero pretenden ser exactos, objetivos y dotados de validez universal.)

Hayek habló de la fatal arrogancia de los economista y políticos que preteden que pueden conocer cómo se va a comportar la economía. Y si todos estos grandes economistas y premios Nobel no son capaces de predecir el futuro, ¿va a poder llevarnos a buen puerto Zapatero con dos tardes de economía con Jordi Sevilla?

domingo, 24 de octubre de 2010

Vargas Llosa sobre el Tea Party


Esta semana ha sido muy dura y no he podido actualizar el blog en toda la semana, amén de un viaje de fin de semana a Granada. Ha hecho un tiempo magnífico en Granada y hemos podido pasear esa maravillosa ciudad de arriba abajo.

Todo está dicho sobre el nuevo gobierno de Zapatero, por lo que no tiene sentido extenderse sobre el asunto. Hoy me ha interesado el artículo de Vargas Llosa en El País sobre el Tea Party. Estoy bastante de acuerdo con lo que dice:

Porque, por debajo de su semblante ultraconservador, reaccionario, populista y demagógico, y de los disparates que pueden proclamar algunos de sus dirigentes, como quienes aseguran que el presidente Obama es un musulmán emboscado que quiere el socialismo para Estados Unidos o los exabruptos de la señora Christine O'Donnell, candidata por Delaware, antigua practicante de la brujería que ha acusado a los homosexuales de haber creado el sida, hay en la entraña de este movimiento algo sano, realista, democrático y profundamente libertario. El temor al crecimiento desenfrenado del Estado y de la burocracia, cuyos tentáculos se infiltran cada vez más en la vida privada de los ciudadanos, recortando y asfixiando su libertad y sus iniciativas; la apropiación por parte del sector público de funciones o servicios que la sociedad civil podría asumir con más eficacia y menos derroche de recursos; la creación de sistemas llamativos de asistencia social que sólo podrán financiarse con subidas sistemáticas de impuestos, lo que se traducirá en caídas de los niveles de vida de las clases medias y populares.

Estos temores no son gratuitos, responden a una realidad de nuestro tiempo y se originan en problemas que se viven por igual en el Primer y el Tercer Mundo. Pero en Estados Unidos tienen una resonancia particular, pues tocan un nervio siempre vivo en un país donde el individualismo no tuvo jamás la mala prensa que tiene en Europa, en la que las doctrinas colectivistas han echado hondas raíces en su historia moderna. A Estados Unidos llegaron los peregrinos europeos en busca de libertad, para practicar su religión, que no era la oficial, para defender el derecho del individuo a gozar de independencia, de elegir su vida sin otra limitación que el respeto de las formas de vida de los otros. En la tradición americana más acendrada no es el Estado sino el ciudadano el responsable primero de su fracaso o de su éxito. Aquél no debe interferir en la vida de éste sino garantizar igualdad de oportunidades, que se cumplan las leyes equitativas y justas que dan los representantes elegidos en comicios libérrimos. Durante mucho tiempo este designio ideal fue más o menos respetado y funcionó, con el extraordinario desarrollo y prosperidad del país como resultado.

En ese modelo había algo de irrealidad y muchas imperfecciones, sin duda, pero dio al grueso de la sociedad norteamericana unos niveles de vida muy por encima del resto del mundo durante mucho tiempo. Luego, en razón de las guerras, de las desigualdades económicas que multiplicó, de la acción política reformista, fue siendo enmendado, en muchas cosas para mejorarlo, pero en otras para empeorarlo. Y entre estas últimas, sin duda, figura esa elefantiásica inflación burocrática que, casi tanto como en Europa, ha ido reduciendo el espacio de libertad y de autonomía del individuo, con el consiguiente encogimiento de la sociedad civil y, por lo tanto, de la responsabilidad del ciudadano frente a sí mismo, su familia y el conjunto social. En la sociedad moderna, donde el Estado es Dios, el individuo es cada vez menos responsable, porque la realidad apenas le permite serlo, lo empuja cada días más a ser un mero dependiente del Estado. Para casi todo: estudiar, curarse, obtener un trabajo, disfrutar de un seguro, participar y disfrutar de la vida cultural, jubilarse, cuenta con el Estado. La idea de que ése es el destino final de la evolución que viene siguiendo la realidad de su país es simplemente intolerable para un sector importante de Estados Unidos, donde la idea del individuo soberano que no debe dejarse arrollar ni instrumentalizar por el Estado, siempre un peligro latente para su libertad, es ingrediente esencial de su historia.

Ese es un sentimiento justo y que merece ser incorporado a la agenda política pues apunta a problemas reales que enfrenta la cultura democrática. Si el Estado no se descentraliza y adelgaza, si no devuelve a la sociedad civil, a los particulares, las muchas iniciativas y servicios que les ha ido arrebatando, el resultado final será el envilecimiento de la democracia, su conversión en una mera apariencia en la que el individuo ha dejado de ser libre y se ha convertido en un autómata, manipulado por burócratas invisibles y todopoderosos que, desde la sombra de sus despachos, toman todas las decisiones importantes que conciernen a su destino. No es verdad que sólo el Estado puede ejercitar la solidaridad con el débil, la ayuda al que no puede valerse por sí mismo, responsabilizarse de la cultura, la salud, el trabajo de los ciudadanos. En muchísimos casos, éstos lo hacen mejor y gastando menos que los burócratas. En el de la cultura, por ejemplo, aquí, en Estados Unidos, en gran parte, los magníficos museos, las óperas y conciertos, la danza, las grandes exposiciones, las bibliotecas públicas, son financiadas principalmente por la sociedad civil. Es verdad que hay incentivos tributarios que alientan esta generosidad, pero la razón principal es una tradición cultural, no desaparecida del todo, que induce a los ciudadanos a actuar, tomar iniciativas en invertir su dinero en aquello que creen justo y necesario. A diferencia de los otros, este mensaje del Tea Party merece ser tenido en cuenta.

lunes, 11 de octubre de 2010

Con estos liberales, ¿para qué queremos a los socialistas? (XIII)


La saga del Plan E sigue haciendo estragos en la prensa. A través de Libertad Digital me entero de que el municipio de Benaguasil se ha gastado 1,1 millones de euros en la construcción de una discoteca, bar y cafetería, un "local multiusos", en terminología burocrática al más puro estilo soviético. Sovietizante sería más acertado.

Lo peor de todo es que el alcalde es del PP y según dice LD:

Desde el Ayuntamiento aseguran que se trata de una decisión "meditada" y que estaba en el programa electoral. Según El Mundo, "hace unas décadas teníamos varias discotecas y, desde que cerraron, la juventud reclamaba que ya no éramos un pueblo con vida para los jóvenes. Se tenían que ir a otros sitios y los de 16 y 17 años pasaban las noches en los polígonos con sillas y mesa se playa. El B-Club no sólo será discoteca, también servirá como teatro y para acoger conciertos y monólogos. Si ya existiese un lugar como éste, no lo ofertaríamos".

Es el típico argumento: si el sector privado lo ofertara, no haría falta que los poderes públicos intervinieran para ofrecer algunos servicios a los ciudadanos. Este es el máximo ejemplo de peronismo que he visto en España en los últimos tiempos.

Pero el drama antiliberal no termina aquí hoy. Hasta los así proclamados liberales ensalzan a los políticos que promocionan la intervención pública. Así, Carlos Cuesta, columnista de El Mundo, escribe en su artículo de hoy sobre la incapacidad de Tomás Gómez de ganar a Esperanza Aguirre, y sin quererlo, en lugar de ensalzar a la presidenta por su liberalismo, destaca su estatismo:

Gómez no se enfrenta sólo a una política: deberá vérselas con un modelo económico, el de Esperanza Aguirre, que ha hecho posible que su Comunidad crezca a cuatro veces el ritmo de Cataluña y al doble que la media española, y que ha hecho posible que el paro se sitúe a cuatro puntos por debajo del nivel nacional. Un modelo, el liberal, que, por mucho que les duela a los socialistas, ha hecho posible que el número de universitarios haya crecido desde 2003 en casi 1,2 millones, 40.000 más que en Cataluña o Andalucía. Que ha hecho posible la aparición de tres nuevas universidades frente a las cero de Cataluña o Andalucía; que ha favorecido la creación de 820 centros de educación infantil, el doble que en Cataluña o Analucía, que ha abierto las puertas de 206 colegios bilingües frente a los cero de Cataluña o Andalucía... el doble de nuevos hospitales que Cataluña, el doble de nuevas camas hospitalarias, 11 veces el número de estaciones de metro o la creación de más centros de salud que la suma total de Cataluña y Andalucía. Todo ello con el apoyo del capital privado y mientras se bajaban los impuestos...

Es decir, que para este supuesto liberal, la intervención masiva de Aguirre en la sociedad, detrayendo recursos para financiar universidades, colegios, centros de salud y demás, es una política liberal. Cree que con bajar los impuestos ya se ha certificado uno de liberalismo. En realidad, Aguirre está sentando las bases para que cuando venga un gobierno socialista a la Comunidad de Madrid, que vendrá, imponga el modelo socialista a lo duro y sin anestesia. Y además, necesitará dinero para financiarlo, que sacará de nuestros impuestos. Que Dios nos proteja de estos liberales.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Huerta de Soto


Esta mañana he escuchado una interesante entrevista con Jesús Huerta de Soto, un eminente catedrático de economía de la Universidad Rey Juan Carlos, conocido por ser uno de los pocos economistas de la Escuela Austríaca que hay en España. Estos economistas defienden la libertad del dinero y claman contra la creación artificial de dinero en estos tiempos de rescates bancarios e inyecciones masivas de fondos en el sistema económico mundial.

La entrevista viene a cuento porque dos parlamentarios británicos han propuesto esta semana cambiar el sistema financiero para no generar los ciclos de burbuja y recesión en los que llevamos instalados desde hace siglos. En lugar de atacar los síntomas de los problemas, como los riesgos de los bancos, los colchones de capital o los sueldos de los ejecutivos, proponen ir a la raíz del problema: limitar la capacidad que tienen los bancos actualmente de crear dinero de la nada prestando el dinero de los depositantes a inversores, es decir, pasar a un coeficiente de caja del 100% para los depósitos a la vista.

Huerta de Soto tiene un libro que se llama Dinero, crédito bancario y ciclos económicos y en cuya introducción dice así:

Tal y como explicamos en este libro, la expansión crediticia artificial y la in- flación de medios de pago (fiduciaria) no constituyen un atajo que haga posi- ble el desarrollo económico estable y sostenido, sin necesidad de incurrir en el sacrificio y en la disciplina que supone toda tasa elevada de ahorro voluntario (que, por el contrario, sobre todo en Estados Unidos, durante los últimos años no sólo no ha crecido sino que incluso en ocasiones ha experimentado tasas negativas). Y es que las expansiones artificiales del crédito y del dinero siem- pre son, como mucho, «pan para hoy y hambre para mañana». En efecto, hoy no existe duda alguna sobre el carácter recesivo que, a la larga, siempre tiene el shock monetario: el crédito de nueva creación (no ahorrado previamente por los ciudadanos) pone de entrada a disposición de los empresarios una capaci- dad adquisitiva que éstos gastan en proyectos de inversión desproporciona- damente ambiciosos (durante los últimos años especialmente en el sector de la construcción y las promociones inmobiliarias), es decir, como si el ahorro de los ciudadanos hubiera aumentado, cuando de hecho tal cosa no ha sucedido. Se produce así una descoordinación generalizada en el sistema económico: la burbuja financiera («exuberancia irracional») afecta negativamente a la econo- mía real y tarde o temprano el proceso se revierte en forma de una recesión económica en la que se inicia el doloroso y necesario reajuste que siempre exi- ge la readaptación de toda estructura productiva real que se ha visto distor- sionada por la inflación. Los detonantes concretos que anuncian el paso de la euforia propia de la «borrachera» monetaria a la «resaca» recesiva son múlti- ples y pueden variar de un ciclo a otro. En las circunstancias actuales han ac- tuado como detonantes más visibles la elevación del precio de las materias primas y especialmente del petróleo, la crisis de las denominadas hipotecas subprime en Estados Unidos y finalmente, la crisis de importantes instituciones bancarias al descubrirse en el mercado que el valor de sus activos (préstamos hipotecarios concedidos) era inferior al de sus pasivos. En las actuales circunstancias son muchas las voces interesadas que recla- man ulteriores reducciones en los tipos de interés y nuevas inyecciones mone- tarias que permitan al que quiera culminar sin pérdidas sus inversiones. Sin embargo, esta huida hacia adelante sólo lograría posponer temporalmente los problemas a costa de hacerlos luego mucho más graves. En efecto, la crisis ha llegado porque los beneficios de las empresas de bienes de capital (especial- mente en los sectores de construcción y promociones inmobiliarias) han desaparecido como resultado de los errores empresariales inducidos por el crédito barato, y porque los precios de los bienes de consumo han empezado a comportarse relativamente menos mal que los de los bienes de capital. A partir de este momento se inicia un doloroso e inevitable reajuste que, a los proble- mas de caída de la producción y aumento del desempleo, se está añadiendo todavía un crecimiento en los precios de los bienes de consumo (recesión infla- cionaria o «estanflación»).

martes, 31 de agosto de 2010

Con estos liberales, ¿para qué queremos a los socialistas? (XII)


Desde marzo no había encontrado material para alimentar esta serie de entradas. El otro día escuché en la radio en Cádiz que el Ayuntamiento de la ciudad había creado una escuela de vela para que los gaditanos y los veraneantes aprendan a manejar los vientos y las olas de la bahía. Aquí se puede ver la información asociada al programa que tiene una inversión inicial de 600 mil euros.

Casi el mismo día, leo en la prensa que la sempiterna alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, pide que se rescate a los ayuntamientos, que están en quiebra.

Entiendo que hay que diseñar un nuevo sistema de financiación del Estado, las autonomías y ayuntamientos, pero antes deberían suprimirse todos los gastos como el de la creación de una escuela de vela municipal. ¿Es acaso el aprendizaje de la vela un bien público que el Estado debe proporcionar a cargo del erario público cuando hay iniciativa privada que provee esos servicios?

A este paso, tendremos que ir al rescate, pero con botes salvavidas para salvar a Teófila del naufragio de sus catamaranes municipales.

domingo, 29 de agosto de 2010

Comercio justo


El domingo pasado, al final de la misa, un señor hacía propaganda sobre el comercio justo. Un comercio que es respetuoso con los derechos de los trabajadores, con el medio ambiente y en la que una parte de los beneficios se destinan a las comunidades que producen los bienes justamente comerciados.


Calificar un tipo de comercio como justo, supone que el otro comercio es injusto. Si no fuera así, el calificativo justo no definiría adecuadamente ese tipo de comercio. Es decir, que todos los consumidores que compran en Carrefour, o que consumen Coca Cola, están explotando a los productores y trabajadores de la cadena de valor que constituye nuestro sistema económico.

Mi confianza en el mercado como mecanismo regulador de los comportamientos económicos y también éticos de la sociedad me hace desconfiar de estos defensores del comercio justo y no creo que este tipo de comercio sea bueno para sacar de la pobreza a los productores a los que pretenden defender estas ONG. Es muy probable que un trabajador integrado en una estructura industrial y empresarial con métodos modernos de gestión sea mucho más productivo que un trabajador artesano que carezca de esos métodos de organización empresarial. Los productos que haga serán de mejor calidad, a menor coste y llegarán a traves de eficientes redes de distribución a un mercado mucho más amplio. El artesano sólo será capaz de ser más productivo, es decir, de sacar un rendimiento superior por cada hora de su trabajo, si el producto de su artesanía tiene un valor superior a los productos industriales, cosa que no muchos pueden alcanzar y que probablemente no sea apreciado por la mayoría de la población.

El discurso del comercio justo asume la tesis marxista de que el capital se apropia de los rendimientos del trabajo y que no le retribuye de acuerdo a lo que se merece en justicia. Otra de las concepciones detrás de la teoría del comercio justo es que el único agente de la cadena que aporta valor es el productor, mientras que los transportistas, distribuidores y comerciantes que acercan el producto al consumidor son meros parásitos que se apropian de esos rendimientos de forma ilegítima. Es una concepción medieval de la economía que olvida que una lechuga recién recogida en el campo no es un bien de consumo, pues no hay consumidor que pueda acceder a ella. El consumidor siempre estará dispuesto a pagar más por una lechuga en un supermercado que por una lechuga recién recogida de la huerta. Para abastecerse de forma "justa", el consumidor tendría que recorrer todas las huertas y granjas para abastecerse de lechugas, frutas, carne, leche, etc. con el coste que ello le supondría. Por tanto, la cadena de distribución realiza una función social esencial que contribuye al progreso y a la eficiencia del sistema.


Los adalides del comercio justo en realidad sustituyen a unos agentes económicos por otros que están dispuestos a renunciar a la renta que aporta su actividad de distribución en aras de esa pretendida justicia social. Es más, éstos no son más que unos aficionados en comparación con los profesionales de la distribución y del comercio y también carecen del método y la organización que hace eficientes sus procesos. Por tanto, esta gente sería más productiva y ayudaría mejor a la sociedad dedicando sus esfuerzos a otras actividades en las que estén verdaderamente especializados.


No entiendo por qué la Iglesia se presta a estos enjuagues anticapitalistas e insulta a los trabajadores de todas las empresas "capitalistas" diciéndonos que nos dedicamos a un comercio "injusto". Quizás debería renunciar a nuestros óbolos obtenidos de forma tan injusta.

miércoles, 30 de junio de 2010

Los años de Downing Street (III). Huelga salvaje


Estos días la ciudad de Madrid sufre con resignación la paralización total del servicio de Metro, que transporta a unos dos millones de madrileños todos los días. Lógicamente, afecta sobre todo a los trabajadores de menor poder adquisitivo, es decir, a los más vulnerables, a los que más fácilmente pueden perder su trabajo si no acuden a él puntualmente. Una huelga que a mí me gustaría que se prolongara unas cuantas semanas y que creara un malestar tal en la gente que se pusiera en contra de los sindicatos y de esos privilegiados "trabajadores" de los servicios públicos, o asociados, que tienen el puesto de trabajo asegurado no importa cómo vaya su empresa, ya que no tiene que competir con nadie ni ser rentable. Confío en que Esperanza Aguirre aguante el envite y que desarme con la fuerza de la razón y de la ley a esta gentuza de sindicalistas. ¿Por qué la Comunidad de Madrid no publica los incrementos que estos trabajadores han conseguido en los últimos años mediante la coacción? Es probable que excedan el 5% anual.

Es bueno recordar en esta época a Margaret Thatcher que en sus memorias sobre los años en Downing Street dice así sobre los sindicatos:

"Unlike some of my colleagues, I never ceased to believe that, other things being equal, the level of unemployment was related to the extent of trade union power. The unions have priced many of their members out of jobs by demanding excessive wages for insufficient output, so making British goods uncompetitive. So both Norman Tebbit, my new Secretary of State fro Employment, and I were impatient to press ahead with further reforms in trade union law, which we knew to be necessary and popular, not least among trade unionists."

Y acabó con el poder de los sindicatos. ¿Alguien duda de que necesitamos a alguien como Thatcher que nos saque de este marasmo? ¿Y alguien puede creer que es Rajoy ese valiente regenerador?

sábado, 22 de mayo de 2010

Con Z de Zambia


Leo una carta al director en ABC titulada Con Z de Zambia en la que un ciudadano se queja de que el ministro de Industria quiera acabar con las primas a las renovables. Su argumento es que con esta medida se acabará la explotación de la energía solar, cerrarán las empresas de mantenimiento de las instalaciones fotovoltaicas y se creará paro. Es el típico argumento utilizado por los empresarios que buscan rentas del Estado para proteger su negocio, que sin ellas no sería competitivo y desaparecería.

El otro día, en una comida con el presidente de una importante empresa automovilística en España, utilizaba argumentos similares para defender las ayudas a la compra de vehículos nuevos y su prórroga. Curiosamente, en el off-the-record, criticaba la labor del Gobierno por desastrosa y generadora de déficit. No se preguntaba, sin duda, cuánto déficit crean las subvenciones al automóvil, como tampoco se lo pregunta el autor de la carta citada.

Espero que uno de los efectos de la crisis sea que se acaben todas las subvenciones y dádivas estatales a todos estos cazadores de rentas, que realizan actividades que nadie pagaría si no estuvieran subvencionadas y que se forran a costa de los ciudadanos. Estas sí que son transferencias de los pobres a los ricos. Le bajan el sueldo a los funcionarios para que unos aprovechados se beneficien de las inversiones en las ruinosas energías renovables. Y por ahí, el camino nos lleva a Zambia, sin duda.

viernes, 7 de mayo de 2010

El fracaso gubernamental


La crisis está demostrando la cita de von Mises que figura como subtítulo de este blog: "El gobierno no puede hacer rico al hombre, pero puede empobrecerlo". Y cada día se ve con más claridad la incapacidad de todos los gobiernos para sacar a sus países de la crisis y su influencia en el ahondamiento de la misma.

En el caso español, el problema es triple: un sistema financiero quebrado y una economía no competitiva, con un sector empresarial débil y poco innovador lastrado por un sistema político intervencionista y que detrae gran cantidad de recursos de la economía. Dos de las tres causas de la crisis española lo son por la acción o inacción del gobierno. Efectivamente, el sistema financiero español está quebrado como se ha visto con la llamada urgente de Fainé a Zapatero y Rajoy para que desbloqueen las fusiones de unas cajas con demasiado pasivo respaldado por activos inmobiliarios que no valen nada. Los políticos dominan la mitad del sistema financiero español, han hecho una gestión nefasta del riesgo de estas entidades crediticias subvirtiendo su objeto social y han colapsado el sistema financiero, que no tiene capacidad para dar crédito a las empresas para inversiones en activos productivos o para financiar la exportación.

Además, nuestro Gobierno, los gobiernos de todo el mundo, han aumentado de forma espectacular el gasto público en una carrera sin freno por alimentar la economía de una actividad que les permitiera salvar la cara. En España esto no ha provocado nada más que una detracción de los escasos recursos financieros de la economía para financiar la deuda pública que el gasto excesivo ha generado. Y todo para no contener el paro, para hacer gasto en instalaciones que no aportan nada para el crecimiento futuro (polideportivos municipales, bares y quioscos) y quitar confianza en nuestra deuda pública, que agravará el coste de financiación futuro de nuestro déficit.

Y en EE.UU., después de todo el rescate, el plan de estímulo y demás acciones despóticas por parte del Gobierno, los resultados sobre el empleo son los que muestra este gráfico.


Nunca fue más cierta esta célebre cita de Groucho Marx: La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.

lunes, 19 de abril de 2010

Financiando el Imperio con inflación

En esta conferencia se explica cómo el militarismo y el imperialismo llevan inevitablemente a un aumento de la inflación, ya que éste es el único medio por el que el gobierno puede financiar la guerra sin subir los impuestos o incrementar la deuda, que son medios impopulares de financiar el gasto público, y más la guerra.

Además del daño que la guerra produce a los vencidos y la muerte, la guerra es una forma mediante la que los gobiernos expanden su acción para reducir la libertad de los ciudadanos.

Es un poco largo, pero merece la pena. ¿Alguien puede escuchar algo así en España?

lunes, 29 de marzo de 2010

La expropiación cotidiana

Leo el excelente artículo The grasping hand de Peter Sloterdijk sobre el Estado moderno y los impuestos. Lo más destacado:


This metamorphosis has resulted, above all, from a prodigious enlargement of the tax base—most notably, with the introduction of the progressive income tax. This tax is the functional equivalent of socialist expropriation. It offers the remarkable advantage of being annually renewable—at least, in the case of those it has not bled dry the previous year. (To appreciate the current tolerance of well-off citizens, recall that when the very first income tax was levied in England, at the rate of 5 percent, Queen Victoria worried that it might have exceeded acceptable limits. Since that day, we have become accustomed to the fact that a handful of productive citizens provide more than half of national income-tax revenues.)
When this levy is combined with a long list of other fees and taxes, which target consumers most of all, this is the surprising result: each year, modern states claim half the economic proceeds of their productive classes and pass them on to tax collectors, and yet these productive classes do not attempt to remedy their situation with the most obvious reaction: an antitax civil rebellion. This submissiveness is a political tour de force that would have made a king’s finance minister swoon.
With these considerations in mind, we can see that the question that many European observers are asking during the current economic crisis—“Does capitalism have a future?”—is the wrong one. In fact, we do not live in a capitalist system but under a form of semi-socialism that Europeans tactfully refer to as a “social market economy.” The grasping hand of government releases its takings mainly for the ostensible public interest, funding Sisyphean tasks in the name of “social justice.”


...

Free-market authors have also shown how the current situation turns the traditional meaning of exploitation upside down. In an earlier day, the rich lived at the expense of the poor, directly and unequivocally; in a modern economy, unproductive citizens increasingly live at the expense of productive ones—though in an equivocal way, since they are told, and believe, that they are disadvantaged and deserve more still. Today, in fact, a good half of the population of every modern nation is made up of people with little or no income, who are exempt from taxes and live, to a large extent, off the other half of the population, which pays taxes. If such a situation were to be radicalized, it could give rise to massive social conflict. The eminently plausible free-market thesis of exploitation by the unproductive would then have prevailed over the much less promising socialist thesis of the exploitation of labor by capital. This reversal would imply the coming of a post-democratic age.

sábado, 27 de marzo de 2010

Panfletos liberales II

Aparte de un gran comunicador y un gran economista, es muy simpático. Lo sé por una breve conversación que tuve con él.